_
_
_
_
Reportaje:

Los moteros colapsaron la Castellana con sus cabriolas pese al cerco policial

Los motoristas congregados por el Gran Premio Comunidad de Madrid, que hoy se celebra en el circuito del Jarama, desafiaron anoche abiertamente a la policía. Tal y como esperaban los responsables del Ayuntamiento y de la Delegación del Gobierno, miles de moteros tomaron el paseo de la Castellana, provocaron un inmenso atasco en la principal arteria de la ciudad y dieron rienda suelta las revoluciones de sus motores en medio de un impresionante cerco de la Policía Municipal. A las dos de la madrugada, los moteros, tras varias horas de tensión se hicieron fuertes en la plaza de Emilio Castelar y allí ante la impotencia de la policía se apoderaron de la calle y se pusieron a hacer cabriolas (derrapes, círulos y acelerones, salidas explosivas....)La Policía Municipal había desplegado para la ocasión un operativo con 300 agentes y que incluía el corte de los laterales y los túneles de la Castellana, así como la colocación de controles de alcoholemia y documentación (para los motoristas) en todos los cruces desde Cibeles hasta la plaza de Castilla. Un despliegue que en la noche del viernes fue probado con éxito, pero que ayer a duras penas consiguió contener la avalancha de moteros.

Más información
Los "refugiados" del Jarama
Seis motoristas resultan heridos graves en accidentes

Los aficionados, como ocurrió en septiembre 1993 en la víspera de una prueba del Mundial de motociclismo en el Jarama, se reunieron a partir de las once de la noche en las inmediaciones de las plazas de Emilio Castelar, Cuzco y Colón. Poco a poco su número fue creciendo hasta superar a medianoche los 5.000. Pese a estar rodeados de agentes, los moteros paralizaban la circulación y hacían rugir sus motores con el acelerador. La tensión subió cuando un motero fue detenido en la plaza de Emilio Castelar por uno de estos acelerones. "¡Fuera, fuera, fuera!", empezaron a gritar sus compañeros. De la masa de motoristas, se adelantó uno al grito de "vamos todos juntos, con todos no van a poder". Decenas hicieron rugir sus máquinas. Los 15 policías que se disponían a multarles retrocedieron. Los moteros dieron por ganado el pulso. La Policía Municipal pidió entonces la ayuda de los antidisturbios. La presencia de esta fuerza dio nuevos bríos a los agentes locales que empezaron a pedir la documentación a los moteros.

PASA A LA PÁGINA 3

Miles de espectadores formaron pasillos en la calle para jalear la exhibición de los moteros

VIENE DE LA PÁGINA 1Este nuevo avance policial fue respondido con más gritos y empujones por parte de los moteros. Ante este rebrote de tensión, la policía municipal decidió retroceder y pasar el relevo a los antidisturbios quienes consiguieron alguna paz al marcar de cerca a los moteros. Entretanto, en las inmediaciones de las plazas de Cuzco, de Colón y de Emilio Castelar las personas que estaban por las terrazas o paseaban por la calle formaron desde las aceras enormes pasillos al tiempo que jaleaban con pitidos y aplausos el paso de los motoristas. Al filo de las dos de la madrugada, los moteros, animados por este público, decidieron romper el cerco policial y lanzarse a sus exhibiciones. El punto de máximo conflicto fue la plaza de Emilio Castelar, donde la policía, al cierre de esta edición, se mantenía en un segundo plano frente las cabriolas.

La masiva presencia de motoristas convirtió los controles dispuestos por la Policía Municipal (en los que se reducía la circulación a un solo carril) en auténticos embudos. Así los principales atascos se registraron a la altura de la plaza de Castilla (tres kilómetros), entre Colón y Cibeles, y entre las plazas de Emilio Castelar y Gregorio Marañón.

Los motoristas que salían de estos puntos formaban grandes grupos de 30 a 40 aficionados que se lanzaban a toda la velocidad hasta el siguiente control. Para huir de la Policía Municipal y poder hacer sus cabriolas, muchos moteros buscaron calles alejadas del dispositivo de seguridad. Así ocurrió en Ortega y Gasset, Serrano y en la avenida de Barcelona. Otros aficionados prefierieron irse a Algete y las localidades limítrofes del circuito del Jarama para exhibir sus habilidades. "Hay mucha policía y poca diversión, por eso hay que buscar sitios vacíos", decía un motorista en la calle de Serrano, una vez finalizada su acrobacia.

El principal enfado de los moteros procedía de que la Policía Municipal les rodeaba y pedía la documentación simplemente por hacer rugir sus motores. "No entiendo cómo en Madrid no se hace como en Jerez o Montmeló, donde se corta una calle para que la gente haga sus locuras", se lamentaba Luis Varela, de 27 años y propietario de una Honda CBR. "La gente está muy quemada porque hay demasiada policía y no se pueden hacer borriquerías", añadía Nicolás Escudero, que había venido desde Toledo.

En respuesta a las quejas de los motoristas, los policías señalaban que los resultados positivos en los controles de alcoholemia iban en aumento."Se están empezando a pasar, cada vez son más y quieren que les dejemos hacer cosas que no se pueden permitir", comentaba un agente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_