Un menor muy crecido
Su padres le inscribieron en el Registro Civil de Barcelona cuando ya tenía más de cuatro años pero, o no lo hicieron constar, o el registrador se equivocó, de modo que oficialmente quedó como fecha de nacimiento la de esa visita, septiembre de 1986. Esta curiosa circunstancia ha permitido a Emilio S., apodado con tino gitano por sus compinches como El Chupete, obtener un amplio margen de impunidad para una intensa actividad delictiva que incluye robos, desvalijamientos de coches, tirones de bolsos y espectaculares persecuciones automovilísticas con la policía en los talones. En su larga historia al margen de la ley ha sido detenido varias veces, y cuando eso ocurre, El Chupete desenfunda su mejor arma: un DNI en el que consta que tiene 11 años. Y con el desparpajo del que se sabe inmune, advierte al agente: "No me pongas la mano encima porque soy menor de edad y te denunciaré al señor juez". El Código Penal sólo permite el ingreso de los menores en un centro tutelado a partir de los 12 años. De corta estatura y larga ficha policial, El Chupete se ha labrado una fama que le ha convertido en un personaje a uno y otro lado de la ley. Emilio S. no ha pisado en su vida otra aula que las calles del barrio del Bon Pastor, habitado por la comunidad gitana de Figueres (Alt Empordà). En un ambiente marcado por elevados índices de absentismo escolar, fraguó su precoz carrera delictiva y se enroló en una activa banda que desde hace meses lleva de cabeza a la policía de Figueres. Se la considera responsable de buena parte de los delitos que se cometen en la ciudad, incluido el desvalijamiento y posterior incendio de vehículos. Existen indicios razonables que sitúan las primeras correrías delictivas de Emilio tres años atrás, cuando la policía empezó a recuperar vehículos robados con el asiento arrimado al volante, una posición que delataba que habían sido conducidos por un niño. Examen médico La policía se reconoce impotente ante las acciones del avispado menor, y los miembros de su banda parecen haber descubierto en El Chupete una mina de oro para eludir la acción de la justicia. Sus colegas le utilizan como brazo ejecutor de las tareas más sucias y delicadas. El último encontronazo de El Chupete con la policía se produjo el pasado lunes, cuando robó un vehículo en compañía de otro miembro de la banda, realizó diversos tirones de bolsos, abolló el vehículo de los Mossos d"Esquadra que les perseguía y, finalmente, pudo ser detenido en Figueres. Como en otras ocasiones, echó el DNI sobre la mesa y pudo regresar tranquilamente a casa. Un juzgado de Figueres intentó meses atrás poner fin a esta situación de impunidad y ordenó un examen médico del chico para determinar su verdadera edad. Las pruebas no fueron concluyentes. No podía determinarse con precisión la edad, pero por lo menos tenía 15 años. Se podía tramitar judicialmente la modificación de la partida de nacimiento, pero la lentitud de la justicia desaconsejó intentarlo. Resultaba más práctico y más corto esperar simplemente a que cumpliera oficialmente los 12 años. La fecha de caducidad de su impunidad queda así fijada para mediados de septiembre de este año. El concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Figueres, Martí Sans, considera que Emilio S. dispondrá entonces de una segunda oportunidad para empezar desde cero y encauzar su vida aprovechando que su voluminoso historial delictivo no podrá ser usado en su contra. Pero los compinches que alientan las acciones delictivas de El Chupete no constituyen el mejor incentivo para ese cambio. Sans piensa que la única solución para evitar que el adolescente acabe convertido en carne de presidio consiste en someterle a un programa de rehabilitación en un centro tutelado.
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