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La fiesta en paz

Tres pueblos salmantinos celebran el Corpus contra la voluntad de la Iglesia de trasladarlo al domingo

Varias ciudades españolas salieron ayer a la calle para celebrar el Corpus Christi. Algunas, como Sevilla o Granada, con apoyo de la Iglesia; otras, como los pueblos salmantinos de Vitigudino, Ledesma y La Fuente de San Esteban, desafiando una orden de la Conferencia Episcopal y la propia Santa Sede para que la fiesta se traslade del tradicional jueves al domingo.En Vitigudino, el pueblo ganó la batalla. Los ciudadanos desatendieron la recomendación del obispado y lo celebraron de la misma forma en que lo hacen desde hace 150 años: con una misa y una procesión. Han tardado meses en convencer al obispo de Salamanca, Braulio Rodríguez, y a su propio párroco, don Luciano, de que «la tradición es lo más grande que tenemos». Lo dice una de las pocas mujeres que forman parte de la Cofradía del Santísimo, la única del pueblo y la que ha abanderado la resistencia para que la celebración no cambiara de día.

A su lado, el alcalde, bastón en mano, y sus concejales, la Guardia Civil y, al final, hasta el cura. Las fuerzas vivas del pueblo. Todos asistieron ayer a la misa y participaron después en la procesión por las tres calles principales del pueblo -casi 3.200 habitantes-, alfombradas de tomillo. Más de veinte niños, todos con la primera comunión recién estrenada, encabezaron el cortejo. Detrás de ellos, los 66 cofrades del Santísimo, hombres y mujeres por separado, los más devotos.

La procesión se detiene siempre tres veces, cada año bajo los mismos balcones engalanados con mantones, frente a los altares construidos para honrar a Cristo. Es una tradición llevada al límite. Sus seguidores la viven con pasión a través de los salmos que entonan, las velas que encienden y los pétalos de rosa que lanzan sobre la Sagrada Forma. Pero apenas dura media hora, aunque les ha tenido en vilo a lo largo de varios meses.

Vitigudino es un pueblo devoto y conservador. La derecha gobierna «desde siempre». Aunque hace dos años el alcalde actual, Antolín Alonso, dejó las filas del Partido Popular y gracias a una moción de censura se convirtió en el primer alcalde independiente del pueblo. Sus mujeres no podían participar en la procesión del Corpus hasta hace «tres o cuatro años».

Por eso les molesta que venga alguien de fuera a cambiar sus costumbres. Y por eso abuchearon al obispo de Salamanca cuando se acercó en visita pastoral hace apenas un mes. Repiten el refrán que les enseñaron en la escuela -«tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión»- para darse a sí mismos la razón.

Al otro lado del pueblo, la fiesta pagana . La de los que prefieren esperar en las terrazas de los dos bares de la plaza de la Iglesia a que la procesión termine. No participan, pero tampoco critican. «El pueblo siempre ha estado unido para que el Corpus se celebre el jueves», dice una mujer. Este año más que nunca, según su propio alcalde, encantado de que esta vez -y gracias en parte a la polémica- haya habido «más gente que ningún otro». Algunos han venido desde otras provincias, como esos dos sevillanos que aprovecharon su día libre para acercarse al pueblo «a defender la tradición». Sevilla, como Granada, no necesita pelearse con la Iglesia para celebrar el Corpus en jueves. Tienen permiso. En sus procesiones participan miles de personas.

Pero en Vitigudino, como en Ledesma y La Fuente de San Esteban (Salamanca), el de ayer puede ser el último jueves de Corpus. Los obispos de Salamanca y Ciudad Rodrigo quieren que sea el domingo, como en la mayoría de pueblos y ciudades de España. Y aunque en el último momento han consentido la celebración, han dado también los primeros pasos para que sea la última vez: el domingo repetirán misa y procesión.

«No nos importa», afirma tajante el presidente de la Cofradía del Santísimo, Luis Fuentes, uno de los líderes de la rebelión . Aunque cree que el párroco «se ha portado mal», le ha perdonado. El alcalde piensa como él. El cura no quiso ayer dar explicaciones de su resistencia inicial a los deseos del pueblo, que llevó al alcalde a amenazar con no volver a pisar la Iglesia. Ayer, con la bendición del obispo, se sumó a la fiesta y vio cómo los fieles rebosaban la parroquia.

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