Fiesta extraña

Francia presenta un curioso espectáculo. El mundo, a través del fútbol, tiene la vista puesta en ella y la ve metida a la vez en una fiesta y una huelga. Y la huelga va unida a la fiesta. La víspera de la entrada en el tercer milenio, la Copa del Mundo tenía que desempeñar el papel de una apoteosis. Corre el riesgo de convertirse en la primera dificultad sería para un Gobierno que hasta el momento se ha encontrado un camino de rosas. (...) La fiesta de los gigantes marcó el prólogo de un Mundial que en lo sucesivo ocupará prácticamente la totalidad de la actualidad. (...) En la prensa no hay sitio para nada más. (...) Pero bajo la fiesta se encuentra la huelga. El Mundial tenía que convertir París en la capital del mundo donde acudirían los aficionados al fútbol transportados por Air France. La huelga de los pilotos debe a la fiesta del fútbol su repercusión internacional. (...) Jospin tiene razón cuando afirma que el asunto de Air France sobrepasa de lejos el marco del Mundial: el papel de una compañía aérea no se limita al transporte de los futbolistas y de sus seguidores. Pero resulta que la fiesta del fútbol va a servir de marco a una verdad que ya no se puede disimular: el estatuto de la compañía está matando Air France. (...) Su privatización es un imperativo nacional. (...) Air France no podrá sobrevivir en la Europa unida y en el mundo actual si no puede afrontar con éxito esta competición internacional. (...)

10 de junio