Cuatro manzanas
Cuatro manzanas con una altura de 100 metros cada una; ésa sería la cabida necesaria para almacenar, de forma concentrada, el agua que el subsuelo barcelonés gana cada año. El drenaje y aprovechamiento que hace el Ayuntamiento de Barcelona busca que esta cantidad, que ahora aflora en una treintena de edificios de la ciudad -la mayoría en Sant Martí-, no crezca indefinidamente. El agua, recordaron ayer varios expertos municipales, es un elemento que, a la larga, resulta corrosivo. Vegara y sus colaboradores quisieron, sin embargo, no ser alarmistas y precisar que se trata de un agua "sin sulfatos" y, por ello, escasamente perjudicial. Los sulfatos, precisaron, sí resultan un elemento destructor del cemento. Es decir, que el perjuicio se producirá a lustros vista y no de forma inmediata. La solución para estos edificios, siguió diciendo Josep M. Vegara, no puede ser colectiva de momento, sino que debe buscarse por la vía individual de cada uno de ellos. Sant Martí y Poblenou son zonas que otrora fueron al Mediterráneo. Terreno ganado, pero que ha quedado, en buena parte, por debajo del nivel del mar. Eso hace que se produzcan estas bolsas de agua. En el futuro, afirmó Vegara, es posible que la normativa municipal acabe teniendo en cuenta los caudales subterráneos y dificultando o condicionando las construcciones en estas zonas. Pero de momento no hay nada previsto. La ordenanza, dijo el concejal, no puede hacerse a golpe de impresión, sino que tiene que ser reflexionada y meditada. Eso no obsta para que se hayan negociado diversos aspectos en el frente marítimo.
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