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Aznar rechaza que se haga la ampliación de la UE a costa de la ayuda a España

ENVIADO ESPECIALEl presidente del Gobierno, José María Aznar, transmitió ayer a los conservadores austriacos un mensaje de fe en el europeísmo y una advertencia ante las reformas que se avecinan en la Unión Europea. España, dijo, está a favor de la ampliación, pero para extender y reforzar la Unión Europea, no para diluirla o debilitarla. "Sería un contrasentido histórico intentar desmontar las bases comunes de la Unión. Los países candidatos desean todo lo contrario; unirse a una Europa fuerte y solidaria que hoy tenemos", señaló Aznar.

El discurso de Aznar en la clausura del IV foro europeo de Wachau, tenía un espectador especial: el primer ministro de Polonia, Jerzy Buzek, uno de los seis países con los que se han abierto negociaciones para su próxima incorporación a la UE, y que, por sus dimensiones y economía, exigirá una negociación más compleja. El presidente del Gobierno español aludió directamente al problema que hoy gravita como una espada de Damocles sobre el futuro de la UE: quién paga el coste de la ampliación."Mal se compadece", dijo Aznar, "proclamar la dimensión histórica de la ampliación con negarse, al mismo tiempo, a considerar un posible aumento de los recursos financieros para hacer frente a sus costes. Cifremos primero las implicaciones financieras de la ampliación y luego, con responsabilidad, elevemos, si fuera necesario y hasta donde podamos, los recursos presupuestarios de la UE", añadió. Aznar mentaba la soga en casa del ahorcado, ya que Austria, que el próximo mes de julio asumirá la presidencia de la Unión Europea, defiende junto con Alemania, Suecia y Holanda fijar un techo máximo al presupuesto de la Unión, y esgrime la teoría del "justo retorno", que debería resarcir a los países que hoy son contribuyentes netos. Es decir, se niega a aportar un euro más para pagar la ampliación, y defiende un nuevo reparto del presupuesto actual que beneficie a los que hoy más aportan.

España, que es el país que más se beneficia actualmente con la política de fondos estructurales y de cohesión, considera que ésta debe seguir siendo un pilar esencial de la integración europea, y así lo expresó ayer Aznar en la abadía de Gottweig, en las cercanías de Viena, donde se reunió el foro de Wachau. "Es hora de asegurar, no menos, sino más solidaridad. No menos unión, sino más unión, para los actuales y para los futuros socios de la Unión, como Polonia".

El presidente del Gobierno español había tenido oportunidad de expresar privadamente sus puntos de vista al primer ministro polaco, con quien desayunó el domingo en el Hotel Imperial de Viena, donde se alojó Aznar. España desea dejar muy claro a Polonia, a Hungría, a la República Checa, Estonia, Eslovenia y a Chipre que está a favor de la ampliación, "sin alterar sus cimientos, ni poner en peligro las principales políticas e instrumentos que han hecho posible el éxito del proyecto europeo: el mercado interior, la política agrícola común y la política de cohesión económica y social".

Estos temas, que forman parte de la llamada Agenda 2000 y que deberán resolverse en los próximos meses con la aprobación de los presupuestos para el periodo 2000-2006, fueron abordados por Aznar en la entrevista que mantuvo el sábado por la tarde con el canciller austriaco, Viktor Klima. El papel de Austria en los próximos meses puede ser importante, y Aznar quería conocer sus puntos de vista.

El presidente del Gobierno, en su discurso, criticó sin dar nombres a los políticos que lanzan "ideas ocurrentes", se supone que Jacques Delors y su grupo de sabios, que proponen "ideas ocurrentes" para impulsar la construcción europea cuando todavía no se ha cerrado el proceso de ratificación del Tratado de Maastricht, en referencia a la propuesta de Delors de que los ciudadanos elijan al presidente de la Comisión Europea.

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El presidente del Gobierno español, tras su intervención ante el foro, viajó a Nueva York, donde hoy intervendrá en la sesión extraodinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre las drogas. La ONU pretende impulsar un programa de cooperación internacional que limite los estragos del tráfico internacional de estupefacientes, que generan un beneficio anual superior a los 300.000 millones de dólares, más que el PNB de todo África

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