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Setién dice que la muerte de Ignacia Ceberio debe ser una llamada urgente para la paz

Una misa funeral oficiada en la intimidad en Lizarza (Guipúzcoa) por expreso deseo de la madre de Ignacia Ceberio, la etarra muerta en el tiroteo con la Ertzaintza en Gernika, precedió a un multitudinario homenaje que se le rindió en la plaza del pueblo. El obispo de San Sebastián, José María Setién, envió una homilía, leída por el párroco, en la que se manifiesta conmovido por esta muerte, que "demuestra la incapacidad actual de superar un conflicto entre hermanos". Pidió que sea una "llamada urgente" para no retrasar la paz.

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Una etarra obsesionada por su seguridad

El obispo donostiarra añadía que "estas muertes son una clara y dolorosa expresión del fracaso de una sociedad que es incapaz de resolver sus problemas por vías más conformes con la dignidad humana de todos los ciudadanos, sean cuales fueren sus formas de pensar y sus opciones político-sociales". Setién cree que el sufrimiento que acarrean estos momentos de dolor "no debe ser inútil" sino "una llamada urgente dirigida a todos, a no retrasar por más tiempo el logro de la paz y a hacerla por caminos más coherentes con la dignidad y los derechos de las personas y los pueblos".Terminado el oficio religioso, dio comienzo el homenaje popular en una plaza abarrotada por militantes radicales expresamente desplazados a Lizarza, muchos de ellos portando ikurriñas, para participar en una ceremonia ritual. Entre vivas a ETA Militar, ataques a la Ertzaintza y algunas alusiones críticas al PNV, se sucedieron las canciones, los bertsos (improvisaciones cantadas) y los testimonios de despedida a Ignacia Ceberio expresados por sus familiares, amigos y compañeros, entre los que destacó la intervención de un militante sandinista que conoció a Ceberio en sus meses de brigadista en Nicaragua.

Quema de banderas

Uno de los momentos de mayor tensión se produjo cuando dos encapuchados, haciéndose un pasillo, avanzaron entre la gente para acceder hasta el estrado portando una bandera española que tenía impresas las siglas PNV a la que dieron fuego entre atronadores gritos de "PNV, traidor. Herriak ez du barkatuko (El pueblo no perdonará)", junto a vivas a ETA y largos aplausos.Asimismo, se leyó un escrito enviado por los presos de la organización terrorista ingresados en la cárcel de Alcalá Meco en el que decían que "una vez más la Ertzaintza no ha dudado en ser una policía política al servicio de los intereses del Estado español y que certifica con sangre su traición al pueblo vasco". Los reclusos de la prisión madrileña anunciaron que había colocado ikurriñas de condolencia en sus celdas y advertían que "la represión y la muerte jamás conseguirán anular la voluntad de un pueblo".

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