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Entrevista:

"En Andalucía existe un racismo solapado, no violento ni abierto"

Las horas de trabajo las pasa entre los juzgados y su despacho. Las libres, las reparte entre su familia y los inmigrantes a los que procura ayudar a quedarse en España. A sus 32 años, José Luis Rodríguez ya tiene un nombre hecho en Málaga como abogado y como militante de la solidaridad. Desde hace un año preside Andalucía Acoge. Dice que no se le ocurriría cruzar el Estrecho en patera. Después matiza: "Lo digo porque estoy en España, no sé qué haría si viviera en Marruecos". Pregunta. ¿La política de inmigración de España es más dura porque estamos en Europa? Respuesta. Sí, el Reglamento de Ley de Extranjería dice que se adapta a las exigencias comunitarias. La Unión Europea es un poder supranacional que cierra fronteras. Pero no se le pueden poner puertas al campo, el hambre no tiene fronteras. Las leyes restrictivas no van a parar a millones de personas que viven a 14 kilómetros deseando mejorar su nivel de vida. Tiene que haber políticas de cooperación serias. Si los esfuerzos en reprimir la inmigración se gastaran en políticas de desarrollo serían más eficaces. P. ¿Se siente como un quijote contra molinos de viento? R. Don Quijote tenía un ideal y vivía por encima de la realidad. Ese idealismo puede hacer cambiar la realidad; sé que es difícil, pero estoy convencido de que es posible. Las sociedades avanzan porque hay gente utópica. La utopía hace avanzar a la sociedad. En la España de los sesenta la democracia era una utopía y se consiguió... P. ¿Cree en los proyectos de cooperación? R. Sí, hay ONG muy serias. Pero la inmigración en sí es una forma de cooperación al desarrollo porque lo que el inmigrante gana lo envía a su país. España resurgió de la emigración, de los que se iban fuera y mandaban el dinero a sus familias. Y esa contribución no es sólo económica, sino también social y política; el que sale fuera trae aires democráticos y de libertad. P. ¿Hay racismo en Andalucía? R. Solapado, no violento ni abierto, pero existe. El de un padre que no quiere ver a su hija con un negro, el de quien no entra a un bar porque van magrebíes, el que no alquila a un extranjero... P. ¿El sueño europeo se corresponde con la realidad? R. El sueño europeo es para los europeos. Los inmigrantes es muy difícil que lo alcancen porque a ellos les tocan los nichos laborales, es decir los trabajos que los españoles no quieren. P. ¿A propósito, restan empleo? R. Absolutamente falso porque ocupan esos nichos laborales, porque la legislación da preferencia a trabajadores españoles y comunitarios y porque los permisos de trabajo se conceden para actividades en las que no hay mano de obra española.

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