"San Fermín", en el Lejano Oeste
Un empresario estadounidense consigue permiso para organizar encierros de toros en Nevada
Phil Immordino, un empresario de Phoenix (Arizona), habla desde su teléfono portátil mientras echa monedas en una máquina tragaperras en Las Vegas. Con el entusiasmo de un chaval explica que, después de un año de intentos fallidos, la localidad de Mesquite (Nevada) le ha otorgado al fin un permiso municipal para soltar 12 toros por su calle principal. El encierro de San Fermín en versión reducida se celebrará el próximo 11 de julio. En el Estado de Nevada hay más de 6.000 vascos de tercera generación descendientes de emigrantes que aún no se han enterado de este evento y una asociación protectora de animales que ha pedido que a Immordino le echen a gorrazos de la localidad.Es una historia de vaqueros, forasteros y ganado variopinto en el oeste americano. Immordino es un especialista en relaciones públicas y experto en la organización de rodeos. «Un día pensé que los rodeos eran muy aburridos», explica con el bullicio de fondo de las tragaperras, «y le propuse a mi cliente: ¿por qué no soltamos a los toros por la calle? Al principio me dijo: "No, porque los matarán a tiros». Tras intentarlo sin éxito en Phoenix y en Long Beach (California) debido a la oposición de grupos de defensa de los animales, Immordino consiguió finalmente la semana pasada el permiso del Ayuntamiento de Mesquite, una ciudad de unos 10.000 habitantes que se encuentra a 100 kilómetros al norte de Las Vegas. Ahora bien, para convencerles, el empresario tuvo que andar con rodeos: «Lo hemos americanizado y lo vamos a poner en un contexto de festival de western. Además va a ser mucho más seguro que en Pamplona», explica.
Immordino, a quien no le causa ningún reparo la cifra de 13 muertos en los sanfermines desde 1924, pondrá barricadas de madera a lo largo de una calle de 400 metros, soltará 12 toros «no agresivos», según él, y unas mil personas echarán a correr. Cada uno habrá pagado 50 dólares (unas 8.000 pesetas) y habrá firmado un papel exonerando a los organizadores de toda responsabilidad en caso de que las cosas vayan mal. Tampoco se permitirá correr borracho.
«Esta ridícula propuesta y su creador deberían ser expulsados de esta ciudad», dijo a la agencia Associated Press un portavoz de la Asociación Protectora de Animales. «Es peligroso para la gente, para los animales y no tiene ningún valor social». Pero en Estados Unidos ha habido siempre, y sigue habiendo, una fiebre nacional por los sanfermines, uno de los pocos acontecimientos de la cultura española que los medios de comunicación cubren cada año, prestando especial atención a los norteamericanos que resultan heridos en la calle de la Estafeta emulando a Hemingway.
Además, Immordino opina que el rodeo, el deporte tradicional del Oeste de Estados Unidos, es mucho más dañino para los animales que el encierro. Los toros que él va a sacar «no están entrenados para perseguir a la gente» y además llevarán los cuernos afeitados. Aun así, la fiesta puede traer más polémica en las próximas semanas. En el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada (un departamento que responde a la alta presencia vasca en esa zona de EE UU) dijeron que no sabían nada de este proyecto y señalaron que les parecía una propuesta «muy atrevida» debido al mal nombre que tiene en EE UU cualquier cosa que suene a corrida.
Tampoco Immordino sabía que entre Nevada, Idaho y el norte de California hay unas 50.000 personas de origen vasco. Sus antepasados llegaron a la zona a finales del siglo pasado, y a partir de los años cuarenta se dedicaron intensivamente al pastoreo, una de las primeras actividades económicas de la zona. Actualmente siguen pastoreando ovejas en los montes y llanuras del Lejano Oeste, pero ya en una infraestructura masiva de ranchos y vehículos todoterreno. Los vascos del Lejano Oeste se convirtieron en verdaderos cowboys, mientras que los que llegaron hasta Seattle subieron un escalón hasta penetrar en los organigramas de Microsoft y Boeing.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.