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Reportaje:

La luna lava más blanco

Un libro y una exposición muestran los trucos para mantener limpia la casa, la ropa y a uno mismo de forma ecológica y en armonía con el medio ambiente

Antonio Jiménez Barca

Observe el cielo, y, si la noche es hermosa y clara y la luna se recorta entera y redonda en el firmamento, no se enamore todavía y aproveche para tender. En noches así, además de poetas, se concentran en la atmósfera gran cantidad de gotas de aire húmedo que impregnan la ropa. El rocío funciona como detergente, ya que contiene elementos oxidantes que blanquean los tejidos. En una palabra, las noches despejadas actúan como una inmensa, natural y silenciosa lavadora. Esto lo sabían hace años en los pueblos sin necesidad de haber oído jamás hablar de los oxidantes, y ahora lo saben (y lo cuentan) dos periodistas, José Luis Gallego y César Barba, autores del libro titulado El hogar ecológico. La aseguradora Zurich ha reeditado el volumen con motivo de la exposición Un mundo azul en el planeta azul, en la que colabora el Ayuntamiento, que alberga paneles y pabellones cuyo objetivo es informar de las novedades medioambientales. La exposición, enclavada en el paseo de la Chopera hasta el 14 de junio, regala hoy el volumen por ser el día de la inauguración de la Feria del Libro.

El hogar ecológico pretende guiar por la senda natural a las personas que viven en ciudades, dispuestas a practicar un ecologismo "que no nos lleve a las cavernas", según reza el prólogo. Para eso, ha reunido más de un centenar de consejos muy prácticos para que, desde la casa de cada uno, se contribuya a envenenar menos el planeta.

Además de incidir en hechos más conocidos, como el reciclado de papel o de vidrio, los periodistas aportan soluciones naturales para casi cualquier cosa. Por ejemplo, ¿sabía que el agua de lluvia es lo mejor para evitar que la cal del agua del grifo obstruya los orificios de la plancha? ¿O que los envases de huevos de cartón constituyen un perfecto aislante contra el ruido?

Antipolillas

El manual no es un alegato a favor de todo lo natural. Por ejemplo, aporta un remedio para liquidar las polillas que se agazapan en los abrigos. Eso sí. Juego limpio. Sin utilizar productos sintéticos que, a la larga, contaminan. Coloque entre la ropa unas bolsitas de algodón con cortezas secas de limón y las polillas emigrarán a otro armario menos ecológico. O ponga, para rizar el rizo y que encima la solución huela bien, unos ramilletes de lavanda.

El libro da particular importancia al consumo de energía. O mejor, al derroche. Algunos ejemplos de despilfarro: no apagar las luces al salir de las habitaciones, mantener encendida la llama del calentador, dejar que se acumule hielo en el frigorífico o mantener aparatos eléctricos no apagados totalmente. Un televisor que consuma 45 watios a la hora gasta 15 en posición de semiapagado.

Para ahorrar calefacción, lo mejor es aislar la casa. Truco: cuando se quiera descubrir las rendijas por donde se filtra el aire, acercar un mechero encendido al lugar sospechoso. Si la llama oscila o se apaga, aquello no funciona bien.

Además de la colada blanco de luna, existen otros muchos remedios caseros que permitirán al ecologista ir por la vida echo un brazo mar. Ahí va uno. Para que los zapatos de charol recuperen su brillo primigenio basta con frotarlos con media cebolla o con un trapo manchado en leche. Para los de lona blanca, utilizar una solución de tiza y agua aplicada con un cepillo de dientes. El aceite de ricino es mano de santo para que un par de zapatos ganen en flexibilidad.

Otro de los productos estrella que figuran en el volumen es el de la miel: igual cura la faringitis, la afonía y el dolor de garganta a base de ingerir, por las buenas, una cucharada, como cicatriza una herida si se extiende en una capa fina por la piel dañada o que, combinada con un vaso de agua caliente en ayunas por la mañana se encarga del estreñimiento. Y si, después de haberse repuesto de todos estos males, el infortunado todavía tiene los labios cortados por el frío o el viento, aplíquese un poquito de miel.

El manual también se ocupa del cuidado personal. Por ejemplo, un remedio natural para evitar la caspa consiste en aplicar aceite de oliva tibio directamente en el cuero cabelludo con un pincel o una bola de algodón.

Si, después de seguir estos consejos, el nuevo ecologista hogareño se siente realmente agotado, nada mejor que descansar con un baño reparador sumergido en sustancias naturales. No conviene abusar, ya que la ducha ahorra mucha más agua. Pero un día es un día: llene la bañera de agua caliente, agregue cuatro cucharadas de sal marina para baño, un vasito de aceite de oliva y dos cucharadas de bicarbonato. Media hora de inmersión, y uno está listo ya para tender otra vez la ropa.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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