El Tour frena al pelotón
Se fotografiaron juntos, mirándose lo justo, se susurraron palabras de cortesía y permanecieron en esta actitud indolente hasta Mendaro, punto final de la primera etapa de la Bicicleta Vasca. Olano, Ullrich, Riis, Jalabert y Escartín animarán el próximo Tour, pero hasta el mes de julio sus actuaciones en público ( Jalabert al margen) constituirán un insoportable homenaje a la racanería. Todo por el Tour, por el llamado ciclismo moderno, que ayer deparó una de sus jornadas más tediosas. Miguel Induráin convirtió ésta prueba en su termómetro de mayo, en una referencia fidedigna de su estado de forma. Su elección revitalizó una carrera que languidecía y atrajo apellidos ilustres como los que ayer tomaron la salida en Eibar. Pero este año todo va más despacio, a imagen del pelotón que ayer arrastró su panza por un recorrido diseñado para ofrecer espectáculo, con seis puertos de tercera y carreteras ideales para el ataque. No hubo nada de eso. El pelotón se sirvió del madrugador ataque de Andrés Bermejo (neoprofesional de 23 años empeñado en conquistar el primer triunfo de la temporada para el Estepona), para justificar toneladas de apatía. En estos casos el ONCE-Deutsche Bank suele sacudir la prueba a base de ataques o con ritmos de batalla, pero el conjunto dirigido por Manolo Sáiz, en fase de descanso activo y con el expediente cumplido, no necesita dar la cara. El resto sólo atiende a las nuevas directrices del ciclismo moderno: economía de esfuerzos hasta pisar suelo francés. Con Bermejo acumulando minutos a paladas (llegó a disponer de más de 12 minutos de ventaja a 48 kilómetros de meta), nadie encontró una razón de peso para animar la frecuencia de los pulsómetros. Los equipos con velocistas en nómina (Cofidis tiene a Capelle, TVM a Blijlevens y Van Petegem, Telekom a Lombardi -ganador de esta etapa hace un año-, Rabobank a Van Bon, Lotto a Tchmil, Mercatone a Traversoni...) aguardaban movimientos de los conjuntos con intereses en la general, mientras que éstos se pasaban la pelota de la responsabilidad con absoluto descaro. Justificar la apatía Banesto podría tratar de ganar aquí con Olano y Telekom con un Riis, que ha asombrado a su entorno con un estado de forma calcado al que exhibió en 1996, cuando se impuso en el Tour. Vitalicio debería intentarlo con santi Blanco, brillante hace un año como delfín de Olano, líder ahora de un equipo que necesita notoriedad para merecer la invitación de los organizadores de la Grande Boucle. Pero, igual que el discurso del Kelme de Escartín, el bejarano podría alegar que la de ayer no era etapa para sus características de escalador. Tampoco comparecieron, ni se dieron por aludidos, los equipos modestos. Lo suyo es preocupante, puesto que ni siquiera pueden refugiarse en la defensa de un líder o en una relación concurrida de triunfos. Así, mientras cada uno rumiaba sus razones para dimitir del esfuerzo, la carrera se convirtió en un aburrido esperpento en el que evolucionaba, ajeno a todo lo que no fuera su calvario, el joven Bermejo. A lo largo de 145 kilómetros, el corredor dirigido aquí por Pepe Grande, derrochó increíbles dosis de ilusión, primero, esperanza, más tarde, y sufrimiento en todo momento. Obsequió al público y a las cámaras con una preocupante exhibición de muecas, acompañadas por un pedaleo torturado por los movimientos exagerados de sus hombros. Todo un contraste con la imagen campestre del grupo, ajeno a todo hasta que los belgas del TVM se asomaron a la cabeza cuando ya aprecía imposible cazar al fugado: faltaban 45 kilómetros y les sobraban 12 minutos. La agonía de Bermejo, perfecta para los morbosos, animó el final de la etapa. A cuatro kilómetros de meta, y con sólo dos minutos de ventaja, los más rápidos se animaron, admirados por la capacidad de cálculo del TVM. Después, todos tuvieron que reconocer que esos mismos cálculos descartaban otro vencedor que no fuera Blijlevens, expulsado del Giro por concluir una etapa fuera de control. Olano, en reserva Banesto hará muy poco para repetir el éxito de Olano hace doce meses. Mejor pasar por estas carreteras indvertido que brillar y pasar de refilón por las del Tour. O eso se desprende del discurso de Eusebio Unzúe, director de la formación bancaria: "Podríamos intentar algo con Abraham, pero está menos fuerte que la temporada pasada por estas fechas. Hace un año estaba al 100% y creemos que eso le pasó factura durante el Tour. No está mal de forma, pero queremos ir poco a poco, lo que no quiere decir que no intentará ganar si le llega la ocasión". El interesado abunda en este sentido y convierte su participación en la Bicicleta Vasca en un nuevo examen a su estado de forma. Entonces, ¿quién aspira a ganar ésta carrera? A la hora de escoger favoritos, casi todos coinciden en señalar las opciones de Santi Blanco (necesidades del patrocinador) y, por supuesto, las de Jalabert, que no sabe colocarse un dorsal para contemplar el paisaje. Lo que puedan hacer el resto de ilustres se considerará un regalo.
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