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Yeltsin asegura que los peores censores de Rusia son los grandes magnates que controlan los medios

Apertura en Moscú de la 47ª asamblea anual del Instituto Internacional de Prensa

El presidente ruso, Borís Yeltsin, dijo ayer una verdad como un puño al inaugurar la 47ª asamblea anual del Instituto Internacional de Prensa (IPI), en la gran sala de mármol del Kremlin: los dueños de los medios de comunicación actualmente en Rusia son a veces los peores censores y por ello, está en peligro el derecho de los ciudadanos a una información veraz y objetiva. Lo que omitió señalar fue que él mismo tiene una responsabilidad clara en que se haya llegado a tal situación y que no tuvo reparo en utilizar el poder informativo de los grandes magnates para obtener su reelección en 1996.Yeltsin se atribuyó prácticamente como mérito propio la libertad de prensa que, cuando menos formalmente, reina actualmente en Rusia, sin apuntarse en la columna del debe que, también bajo su mandato presidencial, esa misma libertad se ha visto condicionada por la dependencia de la gran mayoría de los medios respecto a intereses lejanos a los de sus lectores.

El austriaco Johann P. Fritz, director del IPI, que le dio la réplica en la ceremonia de apertura del encuentro de directivos de órganos informativos de 95 países, no pudo por menos que referirse a que la prensa, la radio y la televisión rusas se han convertido en el oscuro objeto de deseo de magnates financieros o dirigentes políticos.

Algunos de esos magnates participaron ayer en la primera jornada de las tres de que consta la asamblea del IPI. Como Rem Viájirev, presidente de Gazprom (la mayor empresa gasística del mundo); Vladímir Gusinski, cabeza del grupo Most; y Borís Berezovski, que combina el control de empresas industriales e informativas con la secretaría general de la Comunidad de Estados Independientes.

Pero sólo éste último, que se caracteriza por su habilidad como polemista, se atrevió a dar la cara. Y lo hizo para negar que los magnates tengan tanta influencia como se dice. El poder del Estado, dijo, es tradicionalmente fuerte en Rusia y, a pesar de la actual debilidad del Ejecutivo, la fuerza del capital aún no puede comparársele, aunque esta relación va a cambiar.

Escasa difusión

Rusia tiene 147 millones de habitantes, pero algunos de los diarios más influyentes, que se distribuyen desde San Peterburgo a Vladivostok, tienen difusiones por debajo de los 100.000 ejemplares. Sus pérdidas directas son enormes, pero eso no les hace menos rentables para sus dueños, que no dudan en ponerlos abiertamente a su servicio.Directores de algunos de los pocos diarios independientes que quedan en Rusia dejaron constancia ayer de las dificultades que tienen para sobrevivir, agravadas desde el poder con instrumentos como inspecciones de impuestos o amenazas de no dejarles utilizar las imprentas estatales. A juzgar por cuanto ayer se dijo, el futuro de la prensa en Rusia no promete ser muy brillante, y menos con la perspectiva de elecciones presidenciales en el 2000, cuando cada página impresa o minuto televisivo podrá medirse en votos.

El director del IPI se refirió también a que existe aún en Rusia la más definitiva forma de censura: el asesinato de periodistas. Decenas de ellos han muerto por esta causa en los seis años y medio de existencia de la nueva Rusia. Fritz señaló que lo más sangrante es que la mayoría de esos casos están sin resolver y apeló a Yeltsin para que tome las medidas necesarias para que los asesinos sean castigados.

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