Mo Mowlam, una luchadora infatigable
En un mundo en el que el odio anida en los fusiles, ser mujer puede ser un inconveniente añadido. Al menos eso dijeron unionistas y republicanos cuando Tony Blair nombró a Mo Mowlam, de 48 años de edad, ministra para Irlanda del Norte. Los políticos (varones) norirlandeses rechazaron su estilo franco y su lenguaje tabernario salpicado de tacos: «Aquí, la precisión de las palabras es vital», arguyeron. Ella, impertérrita, con el apoyo de Blair, siguió con su modo directo de hacer, trasladó muchas de las negociaciones más complejas a los pubs y a los restaurantes hasta tejer poco a poco una red de complicidades. Hoy, tras meses de lucha solitaria, Mowlam es más popular que el popularísimo Tony Blair. Nadie le discute el papel de heroína: sin ella no existiría el acuerdo de paz.Pero no le ha sido fácil alcanzar tal reconocimiento. Muy cerca están las chanzas de los tabloides que se mofaban de su aumento de peso. Muy cerca queda el tumor cerebral (benigno) que le descubrieron en enero de 1996 y que hace tan sólo 10 meses ha sido superado con sesiones de radioterapia que le hicieron perder pelo. Y no tan lejos queda su infancia, con un padre alcohólico y una neumonía que casi la mata...
De aquella Majorie (su nombre de pila) superviviente nació la luchadora infatigable. Una mujer que no se arrugó cuando la prensa denunció que había utilizado a la policía del Ulster para comprar pintalabios y tampones. «Mi misión es civilizar un Ulster machista», respondió con rabia.
Otra prueba de su carácter indómito se dio en la visita a la prisión de Maze. Allí se encontró cara a cara con los terroristas más violentos. Tras la conversación, los armados dieron la orden a sus representantes políticos de acudir a las negociaciones. «Estos son algunos de los hombres más duros», dijo un celador, «y ella los colocó rápidamente en su sitio». Y los que la conocen bien saben que es cierto.
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