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Reportaje:

En busca del agua

El mar ha lamido siempre los pies de Alicante, pero el agua potable tardó 19 siglos en fluir plenamente por sus arterias. Ciudad en permanente crecimiento demográfico por su condición de puerto mediterráneo, pero olvidada por las lluvias, vivió muchos momentos de desesperación ante la escasez de agua. Angustia que fue, en gran parte, disipada el 5 de agosto de 1898, cuando las necesidades hídricas de la ciudad quedaron cubiertas con la traída de agua procedente de perforaciones de Sax. La inauguración oficial, momento que recoge la fotografía, tuvo lugar el 26 de octubre y contó con la presencia de gerifaltes y prohombres de la vida social, militar y eclesiástica de la época. El punto de reunión fue la actual plaza de Gabriel Miró, donde se instaló un surtidor del que, a las 15.30, manó un fuerte chorro de agua. Un repique general de campanas acompañó al evento y el pueblo pudo disfrutar de verbenas y una corrida de toros. Los más adinerados fueron agasajados con un banquete en el Palacio Municipal. La alegría no era para menos. Los esfuerzos para treaer agua a Alicante habían comenzado siete siglos atrás, bajo la dominación musulmana, cuando los árabes comenzaron a utilizar el manantial de La Goteta. La historia del agua en Alicante fluye a impulsos demográficos. El constante crecimiento poblacional de la ciudad motivó que cada poco fuera necesario buscar nuevas fuentes para cubrir las necesidades de los ciudadanos. La ciudad fue reconquistada para la causa cristiana por el rey Alfonso X El Sabio. Su liberación supuso un aumento en el número de habitantes que provocó que el acuífero de La Goteta no cubriera la demanda. Un privilegio del monarca expedido el 29 de junio de 1260 decretó que las aguas del manantial de la Fuente Santa, situado en la ladera noreste del Castillo de San Fernando, se condujeran a la ciudad. Alicante pudo respirar tranquila durante los tres siglos siguientes, ya que se construyó una serie de canalizaciones entre ambos manantiales que aseguraron el abastecimiento de las cuatro fuentes públicas de la ciudad: del Ángel, Vieja, Nueva de San Cristóbal y de San Nicolás. La ampliación del servicio de aguas fue constante durante el siglo XIX, al igual que era constante el aumento de la población, propiciado por la actividad portuaria. El maestro de obras Antonio Garrigós construyó los pozos del mismo nombre, tres cisternas con una capacidad de 500 metros cúbicos cada una, que recogían aguas pluviales del castillo de Santa Bárbara y que los ciudadanos pagaban por cántaros. Los pozos, en la actualidad rehabilitados por el Ayuntamiento, se hallaban en la plaza del Puente y en la calle de Remigio Sebastiá y con el tiempo se canalizaron hasta la casa 47 de la calle Mayor, a donde debían acudir los clientes. El primer abastecimiento domiciliario de Alicante llegó en 1861, con 200 acometidas para otros tantos vecinos. El agua procedía de pozos cercanos a la Fuente Santa, conocidos como el manantial de Casa Blanca. Al principio las aguas se canalizaron hasta la fuente de lo que hoy es la Plaza de Hernán Cortés. Diez años después de la puesta en marcha del nuevo manantial, las aguas comenzaron a llegar enturbiadas, pese a que los análisis determinaban que su calidad era excelente. Los técnicos descubrieron que la contaminación la causaba el hecho de que el caudal discurriera por atarjeas, canalitos de mampostería a nivel de suelo. La solución fue encauzar el agua por tuberías de barro vidriado. En el último cuarto de siglo la desproporción entre población y recursos hídricos se agravó. La ciudad contaba con 35.000 habitantes en 1880, y el marqués de Benalúa pidió autorización al Ayuntamiento para traer agua de La Alcoraya, lo que propició una dotación de 4,3 litros por habitante y día. El agua se vendía a cinco céntimos cada dos cántaros, aunque el marqués ordenó instalar tres fuentes públicas en los barrios más modestos. Cuatro años más tarde, la población de Alicante se había incrementado en 10.000 almas y el fantasma de la escasez volvía a estar presente. Juan Leach Giró inició unas exploraciones en Sax y alumbró un caudal de 60 litros por segundo. En un primer momento fue una compañía belga la encargada de construir las redes del suministro de agua procedente de Sax a través del Canal del Cid. Sin embargo, en cuanto el agua llenó el depósito construido en el Cerro de los Ángeles, todos sus derechos fueron transferidos a la Sociedad Aguas de Alicante, que un siglo después y convertida en empresa mixta participada por el Ayuntamiento, sigue ocupándose de administrar los recursos hídricos de la ciudad. El centenario de su creación, que lo es también de la llegada del agua de Sax, ha sido aprovechado por la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento para celebrar en Alicante sus XVIII Jornadas Técnicas, que se clausuraron ayer y se abrieron el miércoles con una conferencia del director general de Aguas Municipalizadas de Alicante, Manuel Navarro, en la que narró la lucha de los alicantinos por conseguir un bien que no por corriente es ahora menos valioso.

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