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Entrevista:

RAFAEL ABELLA HISTORIADOR Y ESCRITOR "El problema vasco no es una herencia de la guerra civil española"

Rafael Abella, precursor en el estudio de la Historia en su sentido cotidiano -conocido como microhistoria-, sostiene que la guerra civil y el franquismo deben ser recordados en clave de reconciliación para los jóvenes que viven en el mundo de la globalización de finales del siglo XX. "Para ellos es como hablar de la prehistoria, pero sigue vigente la máxima que alude a los pueblos olvidadizos y el peligro de que repitan sus errores", señala este historiador barcelonés septuagenario, autor de numerosos libros y colaborador de programas de radio y televisión, que ha recalado esta semana en el País Vasco para disertar sobre sus vivencias durante la contienda de 1936-1939. Su experiencia vital se desarrolló en el llamado bando nacional "por la locura aleatoria que rodeó el 18 de julio y que nos sorprendió a cada uno en una zona", pero destaca: "Si Franco hubiera dependido de soldados como yo, no habría conquistado absolutamente nada". "Desde el principio de la guerra civil pintaron bastos en el País Vasco", indica. Recuerda la importante división que se produjo y que derivó en que después de septiembre de 1936 "la única resistencia posible se encontraba en una pequeña parte de Vizcaya y de Guipúzcoa". El bombardeo de Gernika le reafirma en esta idea: "Se intentó arrasar la ciudad santa de los vascos y luego negaron incluso su autoría, culpando a los anarquistas", apunta. Este especialista cree que el tiempo "es un bálsamo para restañar las heridas", pero interpela a los más jóvenes con la idea de que la guerra fue "como si a un organismo le seccionas por la mitad o le cortas las venas". En el terreno de la historia-ficción no se imagina qué habría ocurrido en caso de haber triunfado el Ejército legítimo de la República. "La II Guerra Mundial habría involucrado a España sin ninguna duda y un gobierno del Frente Popular se hubiera encontrado muy inestable en esas condiciones", resalta. "Memoria histórica y reconciliación" son los ejes de la reconstrucción de sus vivencias, que bajo su opinión, no son equiparables a situaciones de violencia como las que se producen en la actualidad en Euskadi. "El país estaba radicalmente dividido y en eso no ocurre en el País Vasco ahora", detalla. "Como un botón de muestra, en el 36 hasta los sindicatos estaban armados hasta los dientes". Cree asimismo que el denominado problema vasco no es heredero directo de la contienda, y muestra su rechazo al uso de la violencia "por un imperativo moral; no acepto que la muerte sea un instrumento válido para llegar a ningún fin". Relajación ideológica Rafael Abella cree que la desideologización actual no es positiva, pero prefiere esta situación al ambiente prerrevolucionario que se respiraba en la España de los años 30. "El factor principal que puede echar a la calle a la gente es la miseria y en aquella época estaba generalizada", indica. "No creo que los ciudadanos actuales estén tan adocenados como parece, aunque tener las necesidades primarias cubiertas sí favorece una relajación en el pensamiento". El estudio de la vida cotidiana durante este siglo le ha llevado a escribir libros muy diversos, uno de los cuales trata sobre la vida amorosa durante la Segunda República, un momento en el que la mujer "se revalorizó mucho en este país y se equiparó en buena medida al hombre". "La vida amorosa era entonces casi de camaradería, y surgieron figuras legales como el divorcio que rompieron muchos de los tópicos existentes en la lucha contra el machismo", asegura. Rafael Abella ha mantenido contactos con los universitarios vascos en Vitoria y ayer impartió una conferencia en las Juntas Generales de Vizcaya en el marco del ciclo Contracorriente, dentro de unas jornadas organizadas por la Fundación Sabino Arana. Demuestra un absoluto convencimiento de la importancia de difundir la historia, en donde se ha servido de todos los medios de comunicación que han estado a su alcance, con una frase categórica: "Las vivencias históricas, ponderadamente relatadas, son un antídoto para la reiteración de los errores".

Más información
Muere el historiador Rafael Abella, cronista de la España cotidiana

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