Repatriado un niño "raptado" en Madrid que vagaba por las calles de Damasco
A sus siete años, la suerte le había abandonado en Damasco. Arrancado de su hogar en Madrid en 1995 por el compañero de su madre, el crío deambulaba por las calles de la capital siria solo, repudiado y maltratado por su familia adoptiva. Una lejanía que su madre, una costurera inválida y afincada en la capital, creía ya insuperable hasta que el pasado miércoles el jefe del Grupo II de la Brigada de Extranjería llamó a su puerta. Ella, con muletas, le abrió y escuchó que su hijo había sido localizado y que podía regresar a casa. Ayer, a las diez de la mañana, aterrizó en Barajas el avión que traía al chaval. Madre e hijo, al pie de la escalerilla, después de tres años de separación, volvieron a unirse.La historia del reencuentro hunde sus raíces en los albores de los años noventa, cuando la madre, ya con el pequeño, se unió por el rito islámico con un sirio. El fruto fue un nuevo hijo y una multitud de desavenencias que desembocaron en 1995 con la fuga del hombre con los dos niños a Siria. La mujer, en aquel momento hospitalizada por una operación, no pudo impedirlo. Y en Damasco empezó una vida bien diferente para cada uno de los hermanastros.
El reconocimiento médico revela que el niño repatriado sufrió malos tratos en Damasco
La familia del hombre acogió de forma desigual a los dos niños. Mientras al más pequeño lo trató, según fuentes policiales, como uno más de la familia; al mayor, fruto de una violenta relación anterior de la madre y sin vínculos de sangre con el padre, lo arrinconó. Sólo una abuela le cuidaba. Y así, abandonado en un país del que desconocía hasta el idioma y supuestamente sometido a malos tratos, el chaval empezó a vagabundear por las calles.
Su madre, entretanto, vivía un calvario en Madrid. Tras la operación quedó minusválida. Para llegar a fin de mes echó mano de su habilidad con los bordados y empezó a trabajar como costurera. Pero no se olvidó de sus hijos. Sabía que su antiguo compañero los había llevado a Siria. Y en 1997 decidió viajar a Damasco.
Para ello pidió un título de viaje (la mujer, de origen marroquí, posee nacionalidad española, por haber nacido en zona colonial, por lo que ha de pedir autorizaciones en sus viajes al extranjero). Sin embargo, la falta de dinero impidió que cuajase el proyecto.
Entretanto, la vida de su hijo mayor en Siria se deterioró. La abuela que le cuidaba murió y el niño perdió su último enganche. Al tiempo que aumentaban sus vagabundeos, la familia del ex compañero de su padre redobló su repudio. La sima se abrió aún más hasta que hace dos semanas alguien se apiadó de él.
Una hermana de su falso padre acudió a la Sección Consular de la Embajada española en Damasco. La mujer contó la verdadera historia del pequeño y sacó a colación uno de los pocos recuerdos que quedadan de su estancia en España: su pasaporte.
Los diplomáticos, al constatar su nacionalidad española, apretaron el acelerador y mandaron por fax una copia del documento que llegó a la Brigada de Extranjería de Madrid. El caso recayó en el Grupo II, especializado en la lucha contra las mafias de la inmigración ilegal. Empezó la investigación.
Los agentes, que ayer reconocían haberse emocionado con las pesquisas, sólo disponían del nombre de la madre. Fatigaron los archivos, buscaron contactos y repasaron denuncias hasta encontrar una de 1995 presentada en Madrid. Hablaba de un hombre que en septiembre de ese año se había marchado con dos niños a Siria, mientras la madre permanecía hospitalizada. Junto a esta denuncia, se encontraron otras presentadas por la misma mujer por malos tratos.
Asegurado el nombre de la madre, les faltaba localizar su paradero, ya que la mujer, con el tumbo de los años, había cambiado de domicilio. La resolución de esta incógnita llegó de Ceuta. Allí vivían unos familiares de la mujer. Estos dieron a los agentes la dirección de la madre en Madrid.
Una vez localizada, la policía le comunicó la nueva. La mujer se derrumbó. La documentación que acreditaba su maternidad fue enviada a Damasco. La Dirección General de Asuntos Jurídicos y Consulares del Ministerio de Asuntos Exteriores, que había particiapado en todo el proceso, cumplimentó a la velocidad del relámpago los tramites de repatriación y solicitó a las autoridades de Damasco el permiso para la repatriación del pequeño. En la madrugada de ayer despegó el avión. A las 10 de la mañana aterrizó en Barajas.
Nada más llegar, el niño fue trasladado a un centro médico para su reconocimiento. Los médicos, según informó la policía, comprobaron que el crío presentaba signos de malos tratos y un grave deterioro físico.
La recuperación del menor fue considerada por fuentes diplomáticas excepcional, dado que en este tipo de conflictos, las legislaciones de los países árabes son muy restrictivas con la devolución de los niños.
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