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Unidos por un título

Mábel Galaz

Llegaron de Brasil, Italia, Alemania, Holanda, Croacia y Yugoslavia; se unieron a jugadores de la casa y dirigidos por Fabio Capello se propusieron hace dos años acabar con la obsesión del madridismo por recuperar un hueco en Europa. La copa que anoche alzaron en el Arena de Amsterdam estos jugadores es, además, la recompensa personal de un grupo de futbolistas que por fin lograron inscribir su nombre en la historia de una competición que para siempre ya ha marcado sus vidas.Primero fue Suker, luego Mijatovic, más tarde Roberto Carlos, Seedorf, Panucci e Illgner. Seis jugadores se unieron hace dos años para hacer suyo un reto que el Madrid mantenía desde hacía mucho tiempo. Hicieron suya la obsesión por la séptima Copa de Europa, porque de alguna manera ellos también necesitaban este triunfo para ver saciada su ambición deportiva. Suker y Mijatovic dejaron el Sevilla y el Valencia, respectivamente, porque querían títulos y para ello necesitaban un club grande. Roberto Carlos, que por entonces estaba relegado al banquillo en el Inter y cuestionado pr su entrenador, también se unió a la aventura, a la vez que Seedorf se desvinculaba del Sampdoria añorando cada vez más al Ajax que acababa de dejar. Panucci huía del Milan tras enfrentarse a Sacchi e Illgner aceptaba dejar Alemania por un buen puñado de millones. Eran futbolistas desarraigados en sus equipos y con ganas de venganza deportiva, justo lo que necesitaba el Madrid.

Fabio Capello los unió, con ellos formó un grupo de jugadores que, unidos a los de la casa -Hierro, Sanchis, Raúl...-, componían un colectivo con un doble objetivo: primero ganar la Liga para luego ganar la Copa de Europa. Capello dejó el equipo hace un año con tan solo una parte de la misión cumplida.

Desde el mes de septiembre, el Madrid reinició el asalto a la segunda parte de su proyecto, pero conforme esta obsesión se convertía en algo más tangible, los problemas en el equipo se agravaban. El Madrid ganó su último partido fuera del Bernabéu el 12 de noviembre frente al Compostela. Las alarmas sonaron en diciembre y el Madrid trajo como regalo navideño a Savio y Karembeu. Dos refuerzos más para apuntalar el proyecto de la séptima Copa de Europa.

Heynckes hizo suyo el mandato de Capello pero cambió su estilo a la hora de dirigirlo. Optó por el diálogo y dejó al lado la exigencia de su antecesor. Su falta de carácter y su excesiva permisividad ha sido su mayor enemigo. Si el año pasado la plantilla del Madrid se unió por su odio a Capello, éste lo han hecho por su obsesión por ganar.

El Real Madrid naufragaba en enero en la Liga y Lorenzo Sanz se planteó entonces la posibilidad de destituir al entrenador. Lo que el presidente temía no era que la Liga se escapara, sino que dos meses más tarde se reiniciaba la Liga de Campeones y el equipo hacía poco a poco agua.

Panucci, fiel seguidor de la doctrina de Capello, cree que este Madrid ganador de la séptima Copa de Europa, está hecho para grandes retos, no para los domésticos.

La directiva también se ha refugiado en la fortuna europea de sus jugadores para sobreponerse a problemas económicos, diferencias entre los miembros de la junta y otras cuestiones. Hasta la oposición, preparada para el asalto del club, ha dejado sus planes a un lado en los últimos meses para no enturbiar el sueño de la séptima. Esta Copa de Europa acaba con muchas obsesiones, pero también corre el peligro de tapar muchas carencias en el Madrid que no sólo tienen que ver con cuestiones deportivas.

El martes por la noche en Zeits, a 45 minutos de Amsterdam, un grupo de jugadores dejó a un lado sus diferencias y se reunió en una habitación del hotel de concentración. Intentaron reeditar el espírituu del que habían oído hablar y que encarnaban gente como Camacho. Todos juntos decidieron sacar este partido adelante y acabar con la obsesión que hace dos años hicieron suya. Este partido ya no era del club, ni tan siquiera del entrenador o de la hinchada, era de ellos. 24 jugadores estaban de acuerdo en que necesitaban ganar, lo necesitanan por muchas cosas pero por encima de todo por su vanidad deportiva.

La séptima Copa de Europa estará a partir de hoy en una vitrina de la sala de trofeos del Real Madrid, pero Lorenzo Sanz tiene por delante otra difícil misión: gestionar el triunfo, o lo que es lo mismo, impedir que la victoria no deje ver los problemas reales de este tipo.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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