Caracoles
DE PASADACuatro Salinas tiene su entrada. Un perro duerme a pierna suelta. El libro abierto. Todo es comparable, del arquitecto Óscar Tusquets., que empieza con una comparación: "¿Te has dado cuenta de que los caracoles son como el Greco?". Y con qué compararía la gente la voz de Sinatra cuando Miguel Sánchez, el dueño de los Salinas de la entrada, de la perra y del libro, lo puso a toda pastilla desde su balcón de la plaza de San Lorenzo. "Se oía muy bien", le dice Peter Mair, austríaco del Tirol, paisano de Franz Fischler, sevillano de adopción. Tiene una taberna que es galería de arte y fue intérprete de su compatriota Anton Polster cuando jugó en el Sevilla. Al futbolista lo acaba de abandonar el desodorante y ha bajado a Segunda con el Colonia. Uno de los yernos de Manuel Ferrand llegó a Nueva York y quiso seguir la ciudad usando como plano la novela de Tom Wolfe La hoguera de las vanidades. ¿Daría con la Rata Muerta, como llamaban al director del periódico City Light, el rotativo que le complica la vida a Sherman MacCoy? Ahora se puede hacer lo mismo, el libro como plano, con la obra reeditada de su suegro. Calles de Sevilla. El novelista sevillano murió en el verano de 1985, el mismo día que el torero José Cubero El Yiyo. Sus dos hijos trabajan en ABC. Manuel Ignacio Ferrand, tan culto, eligió para presentar el libro de su padre la hora a la que empezaba la final de la Copa de Europa. Las calles de Sevilla eran un desierto, entre béticos que se habían hecho madrileños por un día, como si la Alfalfa fuera Lavapiés y Triana Chamberí, y sevillistas que le querían dar una patada al Betis en el trasero del Madrid: La lluvia en la Juve es una maravilla. El Madrid de una final de Copa de Europa es como la ciudad retratada por Manuel Ferrand: el Madrid de siempre, la Sevilla de siempre. Pasaje para hora y media en la eternidad. En el callejero apócrifo, tan clásico, se perciben ecos de poetas, damas magnánimas, toreros, pícaros y las murgas de Regaera, Escalera y Carabolso en la Alameda que quisieron convertir en el Álamo de la resistencia cívica. Las cinco magníficas se dan una mesa redonda en la Feria del Libro: Nani Carvajal, Inmaculada Navarrete, María Esperanza Sánchez, Inés Alba y Lola Álvarez. Les da igual que ayer fuera blanca la negra espalda del tiempo de Javier Marías. O verdiblanca.
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