De la muleta a los libros
AFICIÓN, Sevilla Unos capotazos redondos a derecha y a izquierda, una serie de muletazos al natural que quiten el sentío y con la espada, una estocá que concluya una faena de las que hacen afición, y olé. Ya desde niño lo tuvo muy claro. "Papá, yo voy a ser matador de toros, con arte y torería". Y su padre, quién ya lo había intentado y había averiguado lo duro del mundillo, tuvo que buscarse la forma de sacarle la afición al niño. Esa tarea se planteaba como una tarde con seis Miuras de casta y bravura. Rafael Osorio tiene 23 años, es de Jerez de la Frontera (Cádiz), estudia tercero de Secundaria en el Instituto de Bachillerato a Distancia (IBAD) y, con tres cornadas de las de verdad, en esta temporada se convertirá en matador de toros. "Mi ilusión es tomar la alternativa en mi plaza, que es la de Jerez, pero está muy difícil porque esta feria es muy golosa y vienen todas las figuras del toreo. Lo más probable es que la tome en agosto en la plaza Monumental de Barcelona". Su afición le viene de muy niño. Con ocho años ya "jugaba al toro". Y con 12, medio a escondidas, consiguió matricularse en la escuela taurina de su ciudad. Desde entonces ha hecho todo el camino necesario para lograr su más alta aspiración. Ha recorrido, plaza por plaza, todo el valle del Tiétar, en la sierra madrileña, lo que se conoce en el mundo del toro como el valle del terror. "Te ponen novillos de más de cuatrocientos kilos que han sido correteados antes por los mozos del pueblo y cuando el toro tiene medio aprendido el engaño, nos lo echan a nosotros, a los chavales que nos estamos peleando por hacernos un hueco". Para Rafael Osorio la dificultad de hacerse torero no está en el propio toro o en el valor sino en cómo está organizado el sistema. Montar una novillada vale 800.000 pesetas y es el novillero el que tiene que sufragar los gastos. Por eso los jóvenes novilleros como Rafael se juegan el tipo en plazas tan duras como las del Tiétar, donde los que tienen posibles no torean. Las largas horas de entrenamiento, los numerosos tentaderos y su entera dedicación al toro el deja a Rafael otro camino difícil que recorrer: los estudios. Ha tenido que matricularse en tercero de Bachillerato en el Instituto a distancia. "En segundo me di cuenta de que no podía sobrellevar las clases y el entrenamiento físico y artístico, por eso decidí que el IBAD sería la mejor solución". Su vida será el mundo del toro, pero no por ello desea abandonar unos estudios que considera absolutamente necesarios. "Mi idea es llegar hasta COU, y una vez lo consiga, dedicarme por entero a la tauromaquia. De todas formas también me gustaría comenzar alguna carrera y estudiarla compaginándola de la mejor forma posible con lo que para mí es absolutamente prioritario". En la actualidad hay pocos novilleros que continúen sus estudios. Vicente Barrera es el único torero conocido que posee un título universitario. Entre los chavales que están en la escuela taurina de Jerez de la Frontera, la mayoría se plantean desde muy jóvenes abandonar los libros para tomar la muleta. La decisión de Rafael parece firme. "Los estudios, además de que pueden ser mi futuro, yo los tomo como algo personal, para mí los estudios secundarios, al menos, son totalmente imprescindibles". El paseíllo a recorrer por Rafael Osorio se presenta encastado pero el futuro matador promete cortar esas dos difíciles orejas, torear y estudiar. Varios han sido los apoderados del novillero jerezano, entre ellos el torero portuense José Luis Galloso o el empresario de la plaza de toros de El Puerto de Santa María, Enrique Barrilado. Su faceta como novillero ha sido brillante. Ha toreado, y triunfado tres veces, en la Real Maestranza de Sevilla. Ha matado toros en El Puerto de Santa María y las plazas de Jerez, tanto la estable como la portátil de Chapín, son para él como su casa. Pero su mayor orgullo es que en los cosos donde ha toreado anteriormente ya no tiene que ir pidiendo que le firmen una corrida. Las pocas plazas que dejan las figuras del toreo, humildes pero muy complicadas, como las del Tiétar, cuentan con su arte, feria tras feria, como reconocimiento a sus triunfos anteriores. Entre las experiencias vividas por Rafael Osorio, sin duda las más amargas han sido las cogidas. Ha recibido varias, pero son tres las que le han mostrado la cara más cruda del toro. Sin embargo, el novillero se muestra valiente y no le asusta enfrentarse a la bravura del animal. La afición y la fe, según el futuro matador, son las bases fundamentales en que todo buen torero debe asentarse para dedicarse a la fiesta nacional. "Afición, afición y afición. Yo puedo ser buen o mal torero, pero yo lo que tengo es afición", insiste Rafael. "Hay figuras del toreo que llevan muchos años en el escalafón, otros llegan a retirarse, pero todos coinciden en que no paran de aprender cada día. Y eso es porque tienen la afición necesaria para aprender siempre que cogen una muleta. Esas ganas y esa ilusión son las que a mí, desde luego, no me faltan". Su máxima aspiración se verá cumplida en breve tiempo. Rafael ha recibido, desde el mismo momento de su nacimiento, el veneno de las tardes de sangre y arena. Pero también la capacidad de trabajo, sufrimiento y valor que la lidia requiere. Ahora solo queda que la suerte y el público le acompañe. El sol y el fino, la afición y los entendidos serán quien lo desanime o lo consagre.
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