Primarias y secundarias
Las elecciones primarias del PSOE han sido legítimamente durante algunas semanas el tema estrella de los medios de comunicación social. Antes de celebrarse por su carácter innovador y por las dudas que muchos albergaban sobre ellas; después, justamente por lo sorprendente del resultado, por su alta legitimidad democrática. Para los observadores exteriores está claro que ha sido una derrota del aparato del partido, de ahí su fuerza de convicción. Por eso han sido el detonante que ha llevado a una mayor aproximación entre el PSOE y el PP en la intención de voto, a pesar de la primera derrota del candidato en las lides del Parlamento. El llamado efecto Borrell ha engendrado una dinámica de recuperación interna en su partido que se ha extendido de manera imparable también hacia el exterior. Uno tiene la impresión que la sociedad española reacciona bien ante la innovación, la transparencia y la autenticidad. Los políticos deben comprender que la ciudadanía es cada vez más madura, que desea mayor creatividad e ilusión. Ésta ha sido una de las grandes lecciones de las primarias del PSOE. Además, han animado un cotarro nacional que entraba en el tedio de la excesiva repetición del "España va bien" y del euro. Por eso el PSOE no debe desaprovechar este caudal de ilusión. Sin embargo, lo más importante para la sociedad española es la dinámica iniciada por las primarias. Desde mi punto de vista, han inaugurado una nueva etapa en la transición española. Un salto cualitativo muy interesante. Esto significará que todos los partidos políticos antes o después, si no quieren perpetuar un cierto guetismo y feudalismo tendrán que alinearse a un mecanismo igual o parecido para elegir a sus líderes o candidatos. La sociedad, y sobre todo los militantes de los partidos, soportarán cada vez menos el caciquismo, el cunerismo y las listas cerradas. Esto se convertirá a medio plazo en un signo de calidad democrática para los partidos. Por eso bienvenidas unas primarias que han despertado a la gente a esta posibilidad y le han mostrado sus virtualidades. Ahora, barra libre para todos. Será un error táctico empeñarse en negar el mecanismo, porque sea otro -el contrario- el que lo ha puesto en marcha. Hay que reconocer simplemente que han ganado la vez y punto. La ausencia de primarias no negará legitimidad a los líderes, pero las bases exigirán mayor transparencia. El tiempo lo dirá... Pero al hilo de las primarias, interesan también las secundarias. Vivimos en una sociedad con una gran dinamicidad y rapidez a todos los niveles. Estamos asistiendo a una época decisiva en la información y comunicación. Por eso las leyes y las actuaciones, si no quieren quedarse obsoletas, deben evolucionar al compás de la realidad. Las elecciones son un momento decisivo para el ciudadano responsable. Cada cuatro años se siente llamado a elegir a los que en su nombre van a gobernar el país. Pero, cada vez más, la gente siente que hipoteca su voluntad y pierde totalmente el control de su voto. Por un lado, el político en ejercicio de gobierno se siente ya legitimado para llevar adelante un programa y sus interpretaciones. Por otro lado, los ciudadanos muchas veces se sienten defraudados, ya que no les parece que las decisiones que se toman se correspondan con lo prometido. En este caso, los gobiernos lanzan muchas veces globos sonda para calibrar las reacciones. Pero el coste político de este mecanismo es muy alto, ya que se da un paso hacia delante y dos hacia atrás. Además, de esta treta no se puede abusar, y sólo es aconsejable al principio de una legislatura. ¿Qué hacer? ¿Cómo canalizar esta frustración? ¿Cómo acoger esta tensión para que no degenere en pasotismo, abstencionismo y la fría venganza: en las próximas nos veremos? Es necesario abrir un amplio debate sobre el diálogo sociedad-clase política (gobierno y oposición). ¿Cómo establecer cauces estables, seguros y fluidos de participación de los ciudadanos en las decisiones de los políticos? ¿Cómo articular una comunicación amplia, clara y eficaz entre la gente y sus gobernantes? En una sociedad con muchas posibilidades de comunicación: ¿No se pueden encontrar medios para que este diálogo pueda ser más efectivo y real? ¿No es la clase política la más interesada en adelantarse a los tiempos para que la siguiente noche electoral no sea de tristeza y desánimo? Una cosa son los sondeos ad usum privatum o públicos, y otra es que la sociedad sea auténticamente interlocutora de los políticos. Aquí reside la clave. Si no vamos en esta línea, a los políticos les puede ocurrir como al rey Sol, que le preguntaba a su secretario sobre la hora. Y éste le respondía: "La que a usted le convenga". Las secundarias nos invitan a estudiar todas las posibilidades reales de una mayor conexión ciudadano-político. Evidentemente, para los que se encuentran satisfechos y creen que tienen suficiente información con los dossieres de sus entornos todo esto es innecesario. Sin embargo, a los que se inquietan por conocer si su acción de gobierno está en la línea real de lo que desean los ciudadanos esto puede importarle. Nuestra sociedad hoy tiene medios suficientes para que una auténtica democracia participativa no sea una utopía. Se terminan los tiempos en que los ciudadanos se conformen simplemente con ir a votar. La madurez nos lleva a querer más. La gente ya sabe de estrategias del primer y tercer año de legislatura, de medidas electoralistas... etcétera. La Comunidad Valenciana, tradicionalmente innovadora y con amplios niveles de creatividad en muchos campos podría ser pionera en iniciativas y acciones concretas para la búsqueda de fórmulas de consulta a la ciudadanía. Es una oportunidad para algunos de ganar la vez, si recogen el reto.
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