El PP de Asturias lleva tres meses enzarzado en el derribo de Marqués
El presidente de Asturias, Sergio Marqués, del PP, sufre desde hace tres meses una operación de acoso y derribo en la que su correligionario Gabino de Lorenzo, el alcalde de Oviedo, hace de ariete. En el seno del partido, muchos ven en esta maniobra la larga mano del vicepresidente primero del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, que es diputado por esta comunidad. Protegido suyo en su día, Marqués parece haber caído en desgracia y, así, disminuyen sus posibilidades de ser presentado a la reelección.
Un presidente de Asturias, Sergio Marqués, empecinado e inmanejable; un alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, convertido en sumiso servidor del PP y del poder central; un presidente local del partido, el senador Isidro Fernández Rozada, curtido tras años de manejo del aparato y posible aspirante a suceder a Marqués, y un vicepresidente del Gobierno, Francisco Álvarez Cascos, que desde Madrid controla y rige con mano firme su feudo. Éstos son los protagonistas de una crisis que dura ya más de tres meses y amenaza con dejar a los populares con un presidente desmantelado e insostenible.Pocos se atreven en el PP asturiano a hablar de forma abierta, pero, bajo cuerda y en confianza, se pronuncian y se mesan los cabellos ante el deterioro a que han llegado las relaciones entre los dirigentes del partido y el Gobierno regional con Cascos al fondo. "Yo estoy con Marqués, pero Paco (Cascos) ye muchu (es mucho) Paco, ye un sargento, y si él dijera que no hay que apoyar a Marqués claro que lo aceptaría", comenta en un chigre (bar) el alcalde de una pequeña localidad asturiana que sufre la esquizofrenia entre Cascos y Marqués.
En el deterioro de las relaciones entre el presidente de Asturias y el vicepresidente de Gobierno se suman factores que abarcan desde lo personal hasta lo político. Cascos y Marqués empezaron a hacer política en Gijón cuando eran sólo cuatro gatos, como fieles seguidores de Manuel Fraga en Alianza Popular (AP), y el Principado era un bastión de la izquierda.
Tras perder dos elecciones, con Fernández Rozada como candidato, el PP se hizo con el poder en 1995. Marqués gobierna en minoría, en un equilibrio precario y con el apoyo para votar los presupuestos de un diputado elegido en las listas de IU.
Al frente del Ejecutivo, Marqués ha desarrollado una autonomía que el aparato del PP no parece dispuesto a soportar. Se le acusa de haberse rodeado de técnicos sin solera en el partido, de excesiva independencia, de ser empecinado y de tener mal talante, lo que le ha llevado a enfrentarse con todas las fuerzas políticas, desde los sindicatos hasta la Iglesia.
El pasado 12 de febrero, las centrales convocaron una manifestación que parecía condenada a pasar sin pena ni gloria. Unas palabras del arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, provocaron una respuesta airada de Marqués, quien le comparó con sus compañeros del País Vasco. El derechista Marqués no vaciló en lanzar contra el prelado una coplilla anticlerical de tiempos de la Ilustración: "El señor obispo no quiere que cantemos ni bailemos. Lo que sobran son obispos y capellanes".
Diferencias personales
Al mismo tiempo, casi todos coinciden en señalar el declive de las relaciones personales entre Marqués y Cascos por cuestiones a veces personales y otras protocolarias. Marqués no asistió a la boda de Cascos con Gema Ruiz y es un secreto a voces en Asturias la buena relación que mantienen su esposa y él con la primera mujer del vicepresidente. Por añadidura, Marqués se siente y hace valer su condición de primera autoridad en la comunidad hasta plantear problemas de protocolo con Cascos que se saldan con afrentas difíciles de superar por dos personalidades autoritarias.A este componente personal se suman discrepancias sobre los proyectos de desarrollo para Asturias que en ocasiones derivan en enfrentamientos subidos de tono. Se recuerda en Oviedo, por ejemplo, una disputa por el posible cierre de la fábrica de armas de la ciudad, a la que se opone Marqués. Cascos le replicó: "Pues tendrás que pagarla tú".
Por su parte, De Lorenzo iba camino de convertirse en la versión asturiana de Juan Hormaechea, ex presidente de Cantabria. Con un enorme apoyo popular, el segundo alcalde de capital de provincia más votado se lanzó por su cuenta, en contra del criterio de su propio partido, a un catastrazo particular que echó a las calles a decenas de miles de ciudadanos.
De Lorenzo salió de la crisis gracias al apoyo de Cascos y desde entonces se ha convertido en su incondicional absoluto. Cascos y su esposa ya han recibido hasta cuatro de los perros que cría y se alojan con frecuencia en su casa de Onís.
El regidor lleva la voz cantante en el desmantelamiento de Marqués y no vaciló en dirigirle una carta abierta mientras el presidente se encontraba de viaje por Suramérica. Marqués, que contestó que el escrito había ido a la papelera, se negó a reunirse tras su retorno con el dirigente del partido, Fernández Rozada, con el argumento de que "la mesa cruje de asuntos pendientes" y no tenía tiempo. Cuando ahora ha querido hacerlo, Fernández Rozada le ha contestado que se ha enterado de ello por los periódicos y que ya tiene otros compromisos.
Encima se acaba de publicar otra carta de De Lorenzo a los afiliados en la que lanza una nueva andanada contra Marqués. El presidente asturiano ha empezado a movilizar a sus partidarios, que reclaman una proclamación rápida de su candidatura para las elecciones del 13 de junio de 1999 y poner fin a las disputas. Fernández Rozada responde que no es necesario apresurar la designación del candidato y argumenta con el ejemplo del País Vasco, donde se acaba de nombrar como tal a Carlos Iturgaiz apenas a medio año de la cita con las urnas.
El aspirante a suceder a Marqués sería el propio Fernández Rozada, que ya perdió dos elecciones, pero que recuerda: "Aznar salió a la tercera".
La lucha continúa en Asturias, pero, como asegura, en bable y en privado, un dirigente del PP: "Esto no tien igua", es decir que no hay quien lo arregle, y teme que "con Marqués se tenga que sostener lo insostenible".
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