La opción del DNI
Acto de conmemoración en el cine Coliseum del primer año del Partit per la Independència (PI). El cine está repleto. Hay muchos señores de todas las edades, mamás de tobillo fino, jóvenes progres, jóvenes rapados, señoras de Barcelona que gastan cara de viudas francesas de guerra y señoritas que tienden a no optar por la franja electiva de la minifalda. La cosa del acto es la solemne entrega de DNI catalanes a diversos prohombres y promujeres de la sociedad civil. La entrega de un DNI en un país del Primer Mundo implica una política sobre la vida. No se le entrega a todo el mundo, y tiende a no ser un acto festivo. Por ejemplo, un pasaporte del Estado español (un pasaporte es un DNI mejorado) vale en el mercado negro de 300.000 pesetas a un millón, según me comenta un entendido. No tenerlo equivale a un viaje de vuelta gratis a África o Suramérica. La reivindicación de un DNI (cualquiera) tiene, por tanto, cierta apuesta de estilo. En el primer piso del cine hay la tira de jóvenes con diversas banderas independentistas y banderas del PI (en catalán, Partit per la Independència; en griego, 3,1416). Comienza el acto. Música galáctica. Sobre la pantalla se proyecta un audiovisual de aquellos que te ponían cuando ibas a visitar la factoría Coca-Cola. Imágenes del Corpus de Sang, Macià (aplausos), Companys (aplausos), y Àngel Colom multiplicado por pi al cuadrado veces (aplausos a gogó). Posteriormente, Pilar Rahola (aplausos), y el secretario general del PI (aplausos y preguntas de "qui és aquest?"). Finaliza el audiovisual. Dos señores del PI aparecen en dos atriles, muy en la estética de Gran Gala de Programación de TV-3 y, al alimón, empiezan a presentar el acto. Dan la palabra a diversos representantes de la Commonwealth catalana. Así aparecen en tribuna un señor de Alternativa de Mallorca, del Bloc de Progrés Jaume I y del Partit per Catalunya de la Catalunya Nord. Posteriormente, van subiendo diversas personas que representan conceptos y asociaciones más difusas. En este segmento del acto brilló con luz propia el discurso del líder de Estat Català, quien -glups- entró en materia con un calvosoteliano "si això és ser feixista, ho serem", siguió con un -glups, glups- "hi ha periodistes que confonen el carnet de periodista amb el carnet de manipulador de clavegueres", y prosiguió con una valoración sobre el fenómeno cabezas rapadas -glups, glups, glups-: "L"hàbit no fa el monjo". Los presentadores de la gala, llegados a este punto, le dijeron que arreara, que, ejem, había prisa. El orador fue entonces más a destajo y planteó como solución a casi todo una mayor "consciència nacional i poder militar" y concluyó, muy lógicamente, con un llamamiento a la creación de un Front Nacional. Nadie de los siguientes participantes analizó, para bien o para mal, esta intervención, por lo que, a partir de aquí y para quien lo quisiera oler, quedó en el cine Coliseum, Barcelona, 1998, cierto olor a Teatro de la Comedia, Madrid, 1933. El siguiente orador fue un filólogo -meditación: algunos filólogos peninsulares están cumpliendo en diversos nacionalismos peninsulares, entre ellos el español, la función de algunos científicos en los nacionalismos de, otra vez glups, los años treinta. El filólogo planteó la problemática catalana así -otro glups-: "Ens ha vingut molta gent de fora". Interviene el secretario general del PI, con una alocución vitalista que finaliza con un "la represa de l"independentisme és la represa de l"autoestima". Pilar Rahola calificó el acto de "molt bonic", definió su partido como "l"essència viva del país", y también pidió la creación de un Front Patriòtic "amb els que porten el cabell llarg i el cabell curt". Lo dicho, glups. Àngel Colom hizo un balance de los últimos 10 años de la historia del independentismo y habló de su próximo proyecto, el Contracte Independentista, que en breve, aseguró, llegará en forma de libro a sus hogares. El acto de entrega de los carnets fue rapidito. Subieron al escenario a recoger su cédula Modest Cuixart, una señora de Taiwan, una holandesa, un empresario alemán, un ceramista, una señorita marroquí, un restaurador, el señor Bohigas, y el señor Flotats, que lo recogió a la gallega (es decir, que no se sabe si estaba de guasa). Stoichkov disculpó su no asistencia al acto por un motivo de pelotas (su seleccionador no le dejó). Himno -en este caso, el catalán- y final del acto.
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