_
_
_
_

La colección secreta de Picasso

Viena muestra los 130 dibujos y terracotas que el pintor regaló a su chófer y su ama de llaves

Al escritor y ex ministro de Cultura francés André Malraux siempre le llamó la atención la familiaridad de Picasso con su personal de servicio doméstico. Pero había pasado inadvertido que el chófer, Maurice Bresnu, y su esposa, Josephine, ama de llaves y limpiadora, hubieran recibido del artista 130 dibujos y otras obras en papel y sobre cerámica, con varias dedicatorias en las que el artista demuestra su cariño por este matrimonio que, desde 1967, le acompañó hasta su muerte en 1973, y permaneció incluso tres años más en el hogar de los Picasso, es decir, hasta 1976. «Pour Nounours, mon ami -à Picasso, le 19 mars 1973-», fue la última dedicatoria, 20 días antes de morir el pintor. La colección de dibujos, gouaches, pasteles y terracotas que Pablo Pi- casso, nacido en Málaga en 1881, regaló a su chófer y a su ama de llaves, se muestra por primera vez a un amplio público en la sala de exposiciones del Kunsthaus en Viena, hasta el 30 de agosto.El artista llamaba a su chófer Nounours, apodo que suelen utilizar los niños franceses para sus mascotas de peluche. Y no había viaje en el que Pablo y su esposa, Jacqueline, olvidaran enviar a Nounours una postal, algún comentario gracioso o un catálogo con algún dibujo. Con excepción de las cerámicas pintadas, que datan de 1950, la mayor parte de los dibujos pertenece a la obra tardía. Pero no hay señales de flaqueza. Aunque Pi- casso tenía a principios de los setenta ya más de 90 años, estas obras demuestran su inagotable vitalidad con un trazo siempre firme y una peculiar nota de desenfado y humor. En cuadernos perforados y otros conjuntos de láminas, el artista dejó a sus sirvientes series enteras con variaciones sobre sus personajes predilectos. En lápiz, en tinta o en color, reaparecen con frescura los arlequines y los picadores, los pintores y las modelos, los viejos codiciando amores y los amantes en pleno éxtasis.

«Tardé un año en descubrir dónde se encontraba la colección, y cuando di con su paradero, necesité dos años más para convencer a la viuda, Josephine Bresnu, para que vendiera los dibujos», relató el marchante italiano Beniamino Levi, administrador de la colección y organizador de la muestra que se inauguró en Viena el pasado miércoles.

El matrimonio Bresnu había guardado este tesoro cautelosamente durante 20 años sin mostrárselo a nadie. Según Levi, las obras ni siquiera estaban bajo llave y algunas hojas mostraban leves indicios de humedad. «Supongo que para ellos esta colección tenía ante todo un valor sentimental», señaló Levi intentando explicar por qué los Bresnu prefirieron vivir modestamente de su jubilación, en un apartamento en la Costa Azul, de Francia, cuando podrían haber disfrutado cómodamente de una vida de gran lujo con la venta del legado.

Levi, que fue propietario en los años sesenta de una galería de arte en Milán y antaño mantuvo un estrecho contacto con Salvador Dalí, descubrió en 1988 la primera pista de la colección escondida de Pi- casso, en una galería de Suiza donde se expuso un dibujo con un sello que despertó su curiosidad. Este sello de papel aparece en muchas láminas de los Bresnu y aquel dibujo había sido vendido por la antigua ama de llaves tras fallecer su marido, Maurice, según pudo averiguar Levi después de un año de intensas pesquisas. El marchante reunió a un grupo de cuatro compradores suizos e italianos -cuya identidad prefiere no revelar- con un contrato en el que se comprometen, por 10 años, a no fragmentar la colección, para que pueda ser expuesta y administrada por la Fundación Stratton que, presidida por Levi, se dedica a organizar exposiciones públicas en todo el mundo.

Maya, la hija de Pablo Picasso, respaldó el negocio y ayudó a convencer a Josephine Bresnu, que en un principio reaccionó con recelo a pesar de la millonaria oferta. En el catálogo de la exposición en Viena, Maya subraya que este descubrimiento ha sido para ella emocionante y demuestra toda la energía de su padre, quien, con su generosidad, ha hecho, en realidad, «un regalo más a este siglo que empezó con él y desde entonces no deja de hablar de él». La colección es, según su opinión, «uno de los legados más fascinantes de este siglo».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_