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La UE elimina el trato preferencial a los productos de los asentamientos judíos

Xavier Vidal-Folch

La Comisión Europea anunció ayer el inminente final de las exportaciones fraudulentas israelíes, realizadas desde los asentamientos ilegales, hacia el mercado comunitario. La decisión -que comunicará al Consejo de Ministros de la Unión Europea (UE) el día 26, sin que ello sea obligatorio- no es propiamente una «represalia» comercial por la asfixia económica que Tel Aviv practica con los palestinos, pues se trata simplemente de cumplir la letra del acuerdo de asociación. Pretende presionar para lograr el desbloqueo del comercio y transporte palestinos.La estrategia, lanzada por el vicepresidente Manuel Marín, es doble: por un lado presiona a los israelíes con el inminente fin de sus exportaciones «con certificado de origen falsificado» procedentes de los territorios ilegalmente ocupados en 1967 (Jerusalén oriental, altos del Golán, Cisjordania); por otro, les ofrece una salida, acumular las «reglas de origen» de israelíes, palestinos, jordanos y egipcios para desbloquear su comercio bilateral y multiplicar el de todos ellos con la UE.

Marín evitó el calificativo de «represalia», porque «se trata sólo de aplicar estrictamente el acuerdo de asociación euromediterránea» Israel-UE. Como los Quince no reconocen las fronteras de 1967, los productos producidos en los territorios anexionados quedaron excluidos del acuerdo que liberalizó el comercio bilateral, pues la ONU considera ilegal esa anexión. Pero Tel Aviv los exporta con el made in Israel.

Y ahora, por vez primera, alguien, en este caso la Comisión, pretende aplicar el mismo rasero en las relaciones económicas internacionales. La Comisión advirtió en julio pasado de su propósito al entonces ministro israelí de Exteriores, David Levy, quien prometió «por su honor» poner fin al fraude, pero luego salió del Gobierno, sin haber cumplido.

Junto al palo , Bruselas enseña a Israel la zanahoria: acumular las reglas de origen en los cuatro países levantinos. Ello permitiría regularizar las exportaciones hoy fraudulentas, al mismo tiempo que abriría la economía palestina al comercio exterior.

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