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El Circuito Andaluz de Música ofrece 270 conciertos en 30 pueblos donde, a veces, jamás sonó una orquesta

En una región con más de 30.000 alumnos en 60 conservatorios y que gasta 4.000 millones de pesetas al año en programaciones sinfónicas, la mayoría de los municipios -incluso varias capitales de provincia- apenas tienen acceso directo a la música: para atender ese gigantesco vacío musical, la Consejería de Cultura, a través del Circuito Andaluz de Música, viene programando 270 conciertos en unos 30 municipios desde marzo pasado. La red es simple y directa: con 120 millones de presupuesto (70, Cultura; 36, los Ayuntamientos; 14, la Caja General de Granada, la Fundación El Monte y la Obra Cultural Unicaja), unos mil músicos hacen su trabajo allí donde jamás sonó una orquesta. O donde ha sonado tan poco -como en Valverde (Huelva)- que cuando el concierto de la Orquesta Manuel de Falla acabó, el público trepó al podio para abrazar, literalmente, al director en un rapto de agradecimiento, de entusiasmo o de asombro. "Verdaderamente es hermoso ver como mucha gente que jamás había tenido contacto con la música, al fin lo tiene", dice Enrique Gámez, coordinador del Circuito, organizado por la dirección general de Promoción Cultural de la Junta. La oferta de la Junta es "verdaderamente barata y razonable", dijo el alcalde de Mairena de Aljarafe, Antonio Martínez, en cuyo centro cultural actuó el Cuarteto Sonore, formado por miembros de la Sinfónica de Sevilla. Mairena es un pueblo prototípico: tiene 40.000 habitantes, conservatorio (400 alumnos) y un centro con 370 butacas. Pero apenas lo visitaban orquestas o conjuntos. Ahora, por 1.200.000 pesetas, Mairena ha programado 9 conciertos de calidad media. "Y viene la gente, aunque sea por motivos sociales. Pero también hay público social en el Teatro de la Maestranza y nadie dice nada", explica el director del Conservatorio, Manuel Deco. La opción del Circuito es, justamente, esa: ofrecer música y crear afición desde la base a menudo en escenarios históricos -Iglesias, básicamente- donde el público, a la vez, saborea música y recupera un escenario casi siempre, perdido.

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