Créditos de mucho interés
300 parados ponen en marcha un centenar de pequeños negocios con préstamos de Cáritas
Trescientos parados madrileños consiguieron montar el año pasado 102 pequeños negocios pese a que los bancos no les fiaban por carecer de bienes y de avalistas. Lo lograron gracias a los préstamos sin interés que Cáritas concede a desempleados que tienen cerradas otras vías de financiación. En 1997, esta entidad diocesana concedió 43 millones de pesetas para estos microcréditos, que han servido para poner en marcha quioscos de flores y helados o para adquirir motos y furgonetas con las que realizar portes.La cuantía de estos microcréditos sin interés no suele superar, salvo excepciones, el millón y medio de pesetas, aunque a menudo la cantidad fiada es mucho menor, por ejemplo cuando se concede para adquirir una moto. Los plazos y la forma de devolución de ese dinero se negocian con cada desempleado, e incluso hay ocasiones, si la situación del demandante es desesperada, en que una parte o todo el préstamo se convierte en subvención y no es necesario devolverlo.
Rosalía Portela, responsable de este programa (91 726 09 00), explica que el objetivo es dar un espaldarazo a los parados y también a los trabajadores en precario que pueden tener una salida en el autoempleo pero que carecen de dinero y de posibilidades de que los bancos les fíen para dar el paso.
"A nosotros nos llegan aquéllos que han agotado las restantes vías para obtener un trabajo o una financiación para el autoempleo", explica Portela. "No hay que olvidar que hay personas que, por su edad, por ser inmigrantes o mujeres con cargas familiares no compartidas, tienen difícil encontrar un puesto de trabajo asalariado con un mínimo de estabilidad", añade.
En 1997 hubo dos centenares de solicitudes y se concedieron préstamos a 102 proyectos, de los que se beneficiaron 306 parados porque en ellos trabajan varios socios o diferentes miembros de una familia.
De ese centenar de microcréditos, 61 se concedieron para abrir puestos de helados de temporada; 12 para quioscos de prensa; cinco para adquirir motos y trabajar con ellas de mensajero; tres para comprar furgonetas para hacer portes; cuatro para puestos de flores; dos para tienditas de caramelos; dos para talleres de carpintería y encuadernación; dos destinados a poner en marcha panaderías, y otros nueve dedicados a actividades diversas.
Con este sistema, una familia de refugiados iraquíes ha logrado montar una panadería y una empleada de una pequeña mercería con el marido en paro ha podido hacerse con el traspaso del negocio. También ha servido, con ayuda de subvenciones de otros organismos sociales, para consolidar dos empresas de mensajería que emplean a ex toxicómanos, ex reclusos y chavales procedentes de los internados de la Comunidad.
El 70% de los promotores de estos pequeños negocios eran hombres, sobre todo de 36 a 45 años, y el 8% eran analfabetos funcionales. En 26 casos se trataba de inmigrantes.
Portela reconoce que el nivel de devolución de lo prestado es bajo, en buena parte por las dificultades que atraviesan los autopatronos, aunque también hay quien podría saldar su deuda y no lo hace. "Nosotros insistimos en que es importante devolver el dinero fiado en la medida de las posibilidades de cada uno, porque así se permite que otro desempleado pueda tener la misma ayuda", concluye.
Los solicitantes llegan al programa a través de las parroquias o de los servicios de orientación e información de empleo (SOIE) que Cáritas regenta en Madrid. A través de entrevistas conocen la situación de cada una de estas personas y se ve si el proyecto que plantean tiene visos de futuro. Si finalmente se concede el préstamo o la subvención, una vez puesto en marcha el proyecto se mantiene un seguimiento sobre él.
Cáritas concede estos préstamos desde 1982 dentro de su programa de paro y conciencia social con fondos que obtiene de las colectas en parroquias, de donativos y, en pequeña medida, de las subvenciones que obtiene del Gobierno regional dentro del programa del Ingreso Madrileño de Integración (seis millones en 1997). También el dinero que devuelve cada beneficiario se destina de nuevo a conceder nuevos préstamos y ayudas.
Este sistema de los microcréditos es muy utilizado en los proyectos de cooperación en países en vías de desarrollo, donde sirven para que, por ejemplo, campesinos o pastores mejoren sus medios de vida adquiriendo más reses o utensilios.
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