"En Madrid corremos el riesgo de convertirnos en invisibles"

Benjamín Prado, madrileño de 36 años, es un hombre serio, alto y moreno, de mirada sincera y distante. Tal distancia no es hostil sino afable; obedece a su sed de observar de manera incesante, acostumbrado como está a bucear en sí mismo y en los demás. De su amistad con Rafael Alberti adquirió la cualidad del asombro ante la realidad, el contagio por la emoción yacente en las cosas de la vida diaria que, de no mediar ese ímpetu de interés y de asombro, pasarían inadvertidas ante nosotros. Prado estudió Filología hispánica en Madrid y pronto descubrió la necesidad, para él imperiosa, de comunicarse con los demás a través de la escritura. Letrista de canciones de Joaquín Sabina, periodista durante ocho años en Diario 16, colabora en el área de Opinión de EL PAÍS. Novelista y poeta, su primer libro, Raro, fue saludado por la crítica como una obra que auguraba la estatura literaria que poco a poco ha ido alcanzando. Premio Hiperión de poesía, prepara otro libro de poemas, Todos nosotros, que pronto dará a la imprenta. Su última novela, Alguien se acerca, que hoy a las 20.30 presenta junto a Francisco Ayala en la galería Almirante (Almirante, 5), acomete el drama del desdoblamiento esquizoide de un personaje que desaparece para generar un otro yo y crear un mundo diferente: Literatura.Pregunta. ¿Cual es la trama?

Respuesta. Mi personaje emplea su desdoblamiento para regresar a su propia vida, desprovista ya de su presencia, que permanece incambiada. Viaja a través del Madrid barojiano, por el moviente magma abierto entre el azar y del deseo, para crear un escenario de ficción, también real, donde el lector puede hallar el rastro de sí mismo.

P. ¿Necesitamos ser otro?

R. Sí. Necesitamos creer en el otro con el que soñamos ser.

P. ¿Es un itinerario gozoso?

R. Cuanto mayor es la distancia entre nuestros dos seres desdoblados, mayor es la infelicidad. Pero todos anhelamos cruzar esa línea de sombra que marca el kilómetro cero de una nueva oportunidad para existir otra vez.

P. ¿Qué papel juega Madrid en su novela?

R. Aquí todos corremos el riesgo de convertirnos en invisibles, como mi personaje. Madrid es una tierra de nadie, como un decorado. Hay pocas personas parecidas entre sí. Por eso inventamos más cosas sobre la gente de las que realmente conocemos.