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El resurgir de la derecha dificulta la reelección de los socialistas en Hungría

Las espadas están en alto en Hungría con vistas a la definitiva ronda de las elecciones legislativas, el 24 de mayo, terceras tras la caída del comunismo. La ventaja de cuatro puntos obtenida el domingo por los socialistas gobernantes les coloca en mejor posición que sus rivales derechistas, pero dista de asegurar la victoria al primer ministro, Gyula Horn. El resultado de los comicios, en los que la participación superó por poco el 50%, anticipan dos semanas de alta tensión entre Horn y su adversario Víctor Orban. Resurge una derecha de naturaleza más contundente, y Hungría escora hacia el bipartidismo: a diferencia de 1994, el ganador tendrá enfrente una oposición musculada.

Los estados mayores de los dos partidos principales, los ex comunistas (32% de los votos), y la opositora Federación de Jóvenes Demócratas, (Fidesz, 28%), de Orban, ponían a punto ayer las calderas para el duelo definitivo. Un Horn eufórico declaraba en la madrugada del lunes ante la televisión que el veredicto de la primera vuelta pone claramente a los socialistas en la vía del triunfo; pero según alguno de sus colaboradores , su convencimiento es bastante más frágil de puertas adentro.Fidesz, rebautizada Partido Cívico para evitar conflictos generacionales, que ha aglutinado bajo la batuta populista del joven Orban a la derecha no montaraz, se ha catapultado desde el 7% que obtuvo en 1994. Su aliado natural llegado el caso será el partido de los Pequeños Propietarios, nacionalistas y radicales, que ha obtenido el 14% de los votos. En la frontera con los camisas pardas, el partido de la Justicia y de la Vida, de Istvan Csurka, ha conseguido saltar la barrera del 5% que da entrada al Parlamento.

Los expertos electorales, sin excluir las más exóticas combinaciones de cama, apuntan que el fiel de la balanza del próximo Gobierno estará, por un lado, en manos de los Propietarios -un partido de raíces campesinas- y, por otro, en las de los Demócratas Libres, el grupo liberal coligado con los socialistas. Pero los socios de Horn, nacidos de la oposición intelectual subterránea de los años setenta y ochenta, han caído el domingo al 8%, menos de la mitad de lo que consiguieron en los comicios de 1994. El desplome de los Demócratas Libres, junto con el más acentuado de democristianos y el Foro Democrático en el campo de la derecha, sugiere que las formaciones que realizaron en Hungría la transición al capitalismo han llegado al final del camino.

Tradicionalmente, el ganador de la primera vuelta ve acentuada su ventaja en la ronda definitiva. Ésa es la experiencia de las dos elecciones generales anteriores en Hungría, en 1990 y 1994. Ahora, se apunta, la inercia del sistema electoral va a ser desafiada por las alianzas en el bloque derechista, que ya han comenzado a discutirse. La eventual repetición de la actual coalición centroizquierdista húngara pasaría pues, necesiaramente, por un amplio estirón del partido socialista dentro de dos domingos. Por eso los dos aliados negociaban ayer la renuncia en la segunda vuelta en favor del candidato mejor colocado.

La participación jugará entonces un papel decisivo. La comisión electoral confirmó ayer que el desinterés popular en dos provincias orientales, donde no se ha alcanzado el 50% necesario para legitimar el voto, obligará a su repetición el 24 de mayo. En 144 de las 176 circunscripciones que eligen diputado por el sistema mayoritario, ninguno de los candidatos ha obtenido la mitad más uno de los sufragios necesarios para proclamarse ganador en la primera ronda. El escaño será disputado por los tres mejor colocados.

El Parlamento unicameral húngaro tiene 386 diputados -demasiados para un país tan pequeño, alegan los críticos- que se designan por un sistema mixto mayoritario y proporcional y hasta tres tipos de listas diferentes. Aunque impecablemente organizados, los comicios generales de este país centroeuropeo de 10 millones de habitantes son probablemente los más inextricables del mundo para propios y extraños.

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