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Reportaje:

Un largometraje de treinta segundos

Bajo Ulloa, Isabel Coixet y Alejandro Amenábar se sumergen en el mundo de la publicidad

Medio minuto al servicio de un guión y un producto. Todo es demasiado breve en publicidad. Breve, pero mágico. ¿Cómo se puede vender en tan solo treinta segundos un cosmético para desafiar la edad o un viaje con destino al fin de mundo? Con ingenio y capacidad de síntesis. Detrás de algunas de las más sorprendentes campañas de publicidad en televisión se esconden célebres y sólidos cineastas. Alejandro Amenábar, Isabel Coixet o Juanma Bajo Ulloa son algunos de ellos.Su vida es el cine y su pasión rodar películas. Sin embargo, los autores de Abre los ojos, Cosas que nunca te dije y Airbag no hacen ascos a filmar anuncios publicitarios. A pesar de que sus nombres permanecen en el anonimato más absoluto y, a veces, ni siquiera tomen parte en el proceso creativo, los tres han maquinado prodigios visuales de apenas 30 segundos. Para Isabel Coixet, en publicidad «la economía expresiva es un requisito fundamental», y para Alejandro Aménabar, «este campo permite hacer cosas que en el cine no te atreverías». Juanma Bajo Ulloa apunta que lo importante es «contar historias, no su duración».

La autora de Cosas que nunca te dije y A los que aman , película que todavía no se ha estrenado, se considera toda una veterana y califica sus pequeñas obras televisivas de «surrealistas y naïf » . Los anuncios de compresas Evax con Silke y Rossy de Palma como protagonistas, el nuevo modelo de Ford Fiesta, la pizza siciliana de Pizza Hut con el reportero de Caiga quien caiga Pablo Carbonell, las revistas Mujer 21 y Marie Claire, o la salida a Bolsa de Endesa, llevan su firma. «Estoy en este mundo desde hace tantos años que ni me acuerdo, creo que he rodado más de 300 spots . En realidad, me gano la vida con ellos», especifica, y dice que se siente como una «mercenaria». A esta cineasta no le importa reconocer que la publicidad es «una forma de ganar dinero» y le permite hacer el cine que quiere. «De hecho, empecé a rodar películas gracias a la publicidad», insiste. «El corazón, el alma y el estómago los pongo a la hora de rodar una película, pero con los anuncios también echo toda la carne en el asador».

Según Coixet, son las agencias las que siempre llevan la voz cantante, «se encargan del guión y de las ideas y yo de la puesta en escena», y declara que en publicidad existe un solo código: vender. «Por eso, los clientes te obligan a hacer cada vez piruetas visuales más atrevidas». «Yo soy feliz. Me dejan bastante margen y puedo contar con un buen grupo de actores», añade, y confiesa que por nada del mundo filmaría un spot de detergentes. «La obsesión por lavar más blanco no va conmigo».

Alejandro Amenábar, el joven director de 26 años ganador de siete premios goya por su ópera prima , la inquietante Tesis , también se ha dejado tentar por los encantos de la publicidad. Afirma rotundo que lo que más le fascina es contar para tan pocos segundos con una infraestructura técnica «muy difícil de conseguir en cine. Hay mucho dinero en juego, por eso no se concibe la falta de medios. La publicidad es un negocio que genera muchos intereses», subraya. Según Amenábar, «si en cine existe control, aquí se multiplica: encima de ti están los creativos, y por encima de ellos, el cliente, que es el que manda». Pero admite que él tuvo total libertad para rodar su primer y único spot hasta la fecha. «Me decidí porque ya había estrenado Abre los ojos y no estaba centrado en nada concreto. Todo el proyecto se fraguó deprisa. Eso es un inconveniente, pero también impide hacer demasiadas preguntas». Amenábar asegura que le han ofrecido dirigir otros anuncios y que el sí quiero dependerá de lo involucrado que esté en una película. «De todas formas, ha sido una experiencia muy interesante».

Juanma Bajo Ulloa, que con tan sólo 24 años consiguió la Concha de Oro de San Sebastián por su película Alas de mariposa (1991), está ahora mismo inmerso en pleno rodaje de su tercer anuncio televisivo. El escenario elegido es el Ayuntamiento de Godella, un pueblo de Valencia, y el protagonista, «un producto para la merienda de los chavales», adelanta, y dice que uno de los alicientes, pero no el único, de la publicidad es ganar dinero, «a pesar de que hace unos años era un oficio más rentable».

Su primer anuncio le llegó de rebote hace un par de años. «Me llamaron para sustituir a otro director en un spot para una empresa editorial. Fue todo pura casualidad, pero no saben el favor que me hicieron . Siempre agradeceré que confiaran en mí para realizar aquel trabajo». La segunda oportundidad vino de la mano de una campaña para promocionar los plátanos canarios. «Una agencia estaba buscando un look divertido, similar al de Airbag . Llamaron a Karlos Arguiñano para que actuara en él. Supongo que por proximidad y para que no me sintiera celoso, me eligieron a mí para dirigir el anuncio», bromea. A estas alturas, el director vasco no hace distinciones entre las diferentes posibilidades que le brinda el medio audiovisual. «He hecho de todo: bodas, bautizos, documentales, videoclips , películas... y lo que me encanta es llevar la cámara y, sobre todo, cambiar. Soy un tipo inquieto y enseguida me aburro».

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