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La batalla de los aviones de combate

Miguel González

«La inclusión de los aviones de combate en la Compañía Europea Aerospacial y de Defensa (CEAD) presenta ciertos inconvenientes», reconoce el informe de los cuatro presidentes. «Aunque los socios están plenamente de acuerdo en que el sector tiene una importancia vital para la CEAD y debería formar parte de ella desde el principio y en la mayor parte de Europa, a Dassault le preocupa que sea factible la rápida integración de todas sus actividades».El problema parte de que BAe, DASA y CASA fabrican un único avión de combate, el EF-2000, mientras que Dassault tiene su propio modelo, el Rafale, lo que dificulta su integración. Como consecuencia de ello, las tres primeras empresas se declaran dispuestas a poner en marcha desde el principio la división de aviones de combate, aunque Dassault se incorpore más tarde, mientras que Aerospatiale, que no puede negar la importancia de este mercado para la futura compañía, exige que «la aportación de todos los activos británicos, franceses, alemanes y españoles (se haga) de una sola vez y de forma satisfactoria». Es decir, que no se haga por el momento.

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El documento constata que el problema de los aviones de combate tiene una fuerte carga política, por lo que reclama la intervención de los gobiernos.

Respecto al consorcio Airbus, al que califica de «parte esencial» de la nueva compañía, BAe y DASA abogan por su conversión inmediata en empresa, sin esperar a la reestructuración golbal, mientras que Aerospatiale subraya los riesgos de abordar la operación de forma aislada y prefiere aguardar a la creación de la CEAD.

El ámbito de actividad de la compañía también se ha visto limitado por la falta de acuerdo entre los fundadores: BAe y DASA se opusieron a la inclusión de los aviones civiles de menos de 100 plazas; Aerospatiale a la de satélites y operaciones de satélites; y DASA a la de misiles balísticos.

El documento destaca la conveniencia de incorporar a la nueva compañía a otras industrias europeas; entre las que cita expresamente a Dassault, Finmeccanica (Italia), Saab (Suecia) y Lagardère-Matra (Francia). Aunque admite que se podría dar entrada a los nuevos socios a través de alguna de las divisiones sectoriales o subsidiarias del grupo, considera preferible que «entren directamente como accionistas de CEAD y aporten sus activos o negocios a cambio de las acciones del empresa».

El informe remitido a los gobiernos concluye afirmando que «las empresas se complacen en tomar nota de que comparten la misma opinión sobre una serie de puntos fundamentales». Pero reconoce a continuación que «han sido incapaces de lograr el acuerdo en una serie de cuestiones clave».

«La única forma de que el sector pueda avanzar en dichos aspectos durante los próximos meses», advierte, «es que todos los accionistas y gobiernos aclaren urgentemente sus posturas sobre la cuestión de los derechos. Es muy deseable que dichas posiciones se den a conocer antes de que acabe el mes de junio de 1998.»

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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