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Juninho no llegó al corazón de Zagallo

El brasileño, pese a su milagrosa recuperación, no estará en el Mundial

Juninho venció a las leyes físicas y médicas y se recuperó en tres meses a base de un trabajo casi inhumano de una lesión de tobillo que requería de seis meses de reposo. Pero no logró convencer a Mario Zagallo. El seleccionador de Brasil le dejó fuera de la lista de 22 jugadores con los que disputará el Mundial. «Si me hubiera dejado llevar por el corazón habría citado a Juninho», se justificó el técnico, «pero me he guiado por lo más razonable. Entre un jugador que ha estado lesionado tres meses y otro que está en un estado de forma excelente, tenía que optar por éste». Así que Zagallo dejó fuera a Juninho y citó a Giovanni.La relación, en la que no figuran tampoco el deportivista Djalminha ni Raí (Paris Saint Germain), fijo en partidos anteriores, la forman los porteros Taffarel (At. Mineiro), Germano (Vasco de Gama) y Dida (Cruzeiro); los defensas Cafú y Aldair (Roma), Gonçalves (Botafogo), Junio Baiano y Ze Roberto (Flamengo), Roberto Carlos (Real Madrid) y Marcio Santos (Söao Paulo); los centrocampistas Dunga (Iwata), Doriva (Oporto), Rivaldo y Giovanni (Barcelona), Leonardo (Milan), Denilson (Söao Paulo), Flavio Conceiçao (Deportivo) y Sampaio (Kogyo); y los delanteros Romario (Flamengo), Edmundo (Fiorentina), Bebeto (Botafogo) y Ronaldo (Inter de Milán).

Juninho, sin embargo, no estaba en la lista. Desde el pasado 1 de febrero, fecha en la que se rompió el peroné en Balaídos, Juninho no pensaba en otra cosa. Vencer la lesión y todos sus pronósticos agoreros y curarse a tiempo de entrar en la convocatoria del Mundial. Durante tres meses, el futbolista brasileño dedicó ocho horas de trabajo diario, dos dentro de una piscina, a su recuperación. Las restantes horas las destinó a levantar la moral, a prohibirse la mínima mueca de pesimismo. Su vida se hizo repetitiva: 20 ejercicios diferentes, 2.000 abdominales, 700 lumbares, 45 minutos de carrera continua... Cada jornada nacía con las mismas obligaciones, bajo la atención comprensiva del fisioterapeuta Nivaldo Baldo.

Regresó a Madrid hecho un toro. Con el tobillo curado y otras mejoras físicas: más masa muscular, menos grasa corporal, enriquecido en flexibilidad y energía. José María Villalón, el jefe médico del Atlético, no se lo podía creer: «Es increíble. Tiene la fractura consolidada y los ligamentos cicatrizados». Radomir Antic, también sorprendido por el estado de su jugador, le dejó jugar el pasado domingo ante el Mallorca, su última prueba. En el campo, Lidio Toledo, el médico de la selección brasileña, observaría la veracidad de su recuperación.

El médico facilitó un informe positivo. Y Juninho, al fin, se sintió totalmente ganador. Aun así, disfrazó de normalidad su estado de ansiedad: «Entenderé la decisión de Zagallo haga lo que haga». Ayer, sin embargo, al conocer la noticia, se derrumbó. Se refugió en su propia tristeza y esquivó hacer declaraciones.

Superada la lesión, ahora debe recobrar el ánimo. Y mientras, en un rincón de Vigo, el jugador que provocó la lesión, el celtista Michel, al que la recuperación milagrosa de Juninho había liberado de muchos problemas de conciencia, también se mostraba convincentemente apenado: «¡Vaya putada! Sé que tenía muchas ganas. Después de lo que le había costado... Lo siento, lo siento».

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