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El fiscal enreda a Romaní en sus 'pantallas' de España, Holanda, Suiza y Liechtenstein

, El fiscal Javier Sánchez Junco abrió ayer más brechas en la defensa de Arturo Romaní. Éste se vio enredado en las diversas sociedades que, desde su despacho privado, hicieron operaciones en su etapa en Banesto, algunas relacionadas con la Operación Cementeras, presunta estafa de 1.500 millones. Romaní dijo que el dinero lo pagó la familia Serratosa «con sumo gusto» y que esa comisión remuneró información presuntamente aportada por Jaime D. Cedeño. El dinero destinado a que Conde y Romaní compraran fincas lo fue como préstamo y fue devuelto, dijo.

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Romaní corrigió ayer a Mario Conde. «Ha hecho una exhibición de su extraordinaria memoria, pero cualquiera puede tener un fallo. Él y yo viajamos a Copenhague y no a Oslo, como ha declarado», señaló, refiriéndose a una reunión que, según el ex presidente de Banesto, tuvo lugar el 22 de diciembre de 1990, en Oslo, con directivos de Aker Norcem, aliada de la familia Serratosa en Valenciana de Cementos. «La reunión tuvo lugar en el aeropuerto de Copenhague», dijo.Los pactos de ese encuentro, reiteró Romaní, no fueron respetados por los noruegos. Por ello, Romaní emprendió un nuevo periplo, el 1 de febrero, también a Copenhague, acompañado esta vez de Salvador Salort y de Ramiro Nuñez. Ayer, Romaní se autocriticó de hecho por haber exhibido de manera espectacular, el martes 27, un papel en el juicio oral. Ese papel, que ofreció aportar al caso, resume el acuerdo al que él llegó con los noruegos sobre el grupo Valenciana de Cementos.

Romaní fue crudo con la familia Serratosa. «Lo tienen muy difícil», dijo. «La venta y recompra de las cuatro hormigoneras (Ariforsa, Prebetong Este, Prebentong Aragón y Hormifasa) fue una decisión de Emilio Serratosa. Yo le dije que había que pagar una comisión. Me respondió: 'No te preocupes, yo lo arreglo», explicó Romaní. «Los Serratosa pagaron con sumo gusto, pero luego, en el juzgado, lo han negado», agregó.

Información sobre Serratosa

El hilo argumental, por así decir, es el siguiente: Cedeño, empresario de Panamá, ofrece a Romaní una información sobre los Serratosa (trapos sucios, datos sobre el deseo de un grupo mexicano, Cemex, de comprar Valenciana) a cambio de 1.500 millones. Romaní la transmite a los Serratosa y éstos acceden a un pacto con Banesto para dividir el grupo cementero. La comisión la pagan los Serratosa. Ayer, Romaní puso más énfasis en que Cedeño le dio el nombre de un grupo que quería comprar Valenciana, más que en el presunto agente de la CIA (Central de inteligencia estadounidense), de la que habló el pasado martes 27 de abril. Por tanto, según esta versión, los Serratosa pagaron 1.500 millones por el dato de que algún grupo internacional quería comprarles el grupo cementero.El fiscal Javier Sánchez Junco atacó a fondo la defensa de Romaní, al relacionar sus sociedades Longanor, Espolca B V (Holanda), Data Transmission Systems (España), Veliades (Suiza) y Selino (Liechtenstein), Apolo Inversiones y Servicios (España), y los dineros procedentes de la Operación Cementeras que fueron canalizados como préstamos para actividades de Conde y del propio Romaní.

Conde, según su propia versión, había acudido a Romaní para que le «montase» una operación en 1994 en relación con la venta de fincas de su familia en Pollensa (Mallorca). Romaní canalizó fondos de Data (es decir dinero que salió de la Operación Cementeras) hacia Apolo Inversiones y Servicios para comprar esas fincas ( Can poletá ) que más tarde, tras venderlas a Apolo Iversiones y Servicios, Lourdes Arroyo, esposa de Conde, arrendó. Romaní negó que Apolo fuera suya y dijo que el administrador, José Luis Fuertes, abogado del Estado, era amigo suyo. «Pero a él no le contamos los detalles. No tenía por qué saberlos. Le dije si le interesaba ser administrador de Apolo y me dijo que sí».

Ayer, Romaní negó que tuviera que ver con la sociedad Longanor, propietaria de una de sus fincas y de un yate, el Pitágoras, que perteneció a Conde.

-«No ha sido nunca mía. Nunca, no tengo nada que ver. Los accionistas son familiares míos ...yo personalmente no tengo nada que ver...»

-«¿Sabe usted quiénes son los propietarios?».

-«Mis hijos...», dijo.

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