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Entrevista:

"Pido a los cantautores de Madrid que vuelvan a la calle"

Javier Bergia, de 39 años, ha dedicado toda su juventud a la música y, probablemente, le dedique la vida entera. Nacido en la calle de Cedaceros, en el seno de una familia con ocho hijos, nieto de un tenor, estudió en los agustinos de Valverde, "una losa tremenda que imprime carácter", bromea. Tiene la sensación de haber vivido un Madrid que hoy apenas reconoce, desde el pueblecito toledano de Val de Santo Domingo, donde se ha construido su casa. "Cuando bajo a Madrid experimento una sensación extraña, como de exilio: veo pastelerías de mi infancia ahora cerradas, llenas de papeles y con los cristales empañados", asegura con nostalgia de su ciudad.Guitarrista, percusionista, experto en darbouka, salterio, trompa marina y contrabajo, por un azar, a los 18 años, conoció a Gregorio Paniagua, director de Atrium Musicae. Era un grupo de frac y pajarita con el que, a partir de 1981, recorrió medio mundo, desde Estados Unidos a la antigua URSS, interpretando música arábigo-andaluza, cantigas de Alfonso X o de Teobaldo de Navarra, el rey cruzado. Estudia incesantemente. Hoy Javier Bergia es considerado como el cantautor de formación musical más completa. Su sexto disco, Noche infinita, resume lo mejor de su saber musical. El miércoles 6 lo presenta en el Círculo de Bellas Artes, a las 22.00.

Pregunta. ¿Ha llegado tarde a la canción de autor?

Respuesta. Grabé mi primer disco, en 1985, en EMI Capitol. Le quise llamar Recoletos, pero consideraron que era demasiado madrileño. Lo cierto es que, desde entonces, no he parado.

P. ¿Qué es lo diferente que su música ofrece?

R. He pasado por todos los estilos. Adquirí muchos conocimientos musicales, por lo que hallaba cierta facilidad para componer. Luego empecé a escribir letras ardientes, ya que viví los años ochenta de manera muy apasionada.

P. ¿Cómo era aquel Madrid?

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R. Estaba a punto de convertirse en ciudad muy grande, muy violenta y con muchas presiones; se vivía mucho en la calle, llena de espectaculos alternativos. Nos reconocíamos unos a otros.

P. ¿Qué piensa de la movida?

R. A la postre resultó ser una estafa.

P. Eso son palabras mayores. ¿Y la épica creada alrededor?

R. La historia lo ha demostrado: de la movida no queda prácticamente nada. Fue un movimiento muy dirigido comercialmente y todo lo que es manipulado cae por su propio peso. Una parte de aquella generación que vivió los años 60, 70 y 80 hoy parece no recordar nada.

P. ¿Qué recomendaría a los jóvenes cantautores?

R. Que vuelvan a tocar en las calles. Del ímpetu juvenil, de su alegría y del compromiso social con la gente, nacen las cosas más grandes.

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