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Obras Públicas ultima un plan para reducir las inundaciones en 60 núcleos de la costa

Cuando arrecia el temporal de levante, el agua recupera el espacio perdido y por unos días convierte en islotes a varios chalés y torres de apartamentos. La edificación en los antiguos marjales, situados en segunda línea de playa, ha provocado diversas inundaciones en las urbanizaciones costeras de Vinaròs a San Juan. La Consejería de Obras Públicas, decidida a reducir las molestias que sufren los veraneantes, está ultimando un plan - encargado a un grupo de expertos en hidrología- para atenuar las inundaciones y evacuar el agua en 60 puntos del litoral.

Los técnicos de la consejería advirtieron la gravedad del problema al preparar los programas de los mapas de riesgo. Llegaron a la conclusión de que hacía falta una "solución global" para toda la Comunidad Valenciana ya que, salvo algunos puntos de La Marina, los 400 kilómetros del litoral están conformados por una costa baja y arenosa, con la mayoría de zonas húmedas urbanizadas y sin apenas defensas hidrológicas ante las inundaciones. Al estar situadas en una hondonada, casi al nivel del mar, el agua se queda estancada en estas marjales durante varios días, como sucedió en la playa de San Juan en la inundación del pasado mes de octubre. Cinco días después de la lluvia torrencial, el agua aún alcanzaba los 30 centímetros en algunas calles y mantenía aislados a los vecinos de tres bloques. Playa de San Juan La playa de San Juan está considerada por la consejería como el núcleo costero más vulnerable y que precisa una intervención urgente. Por eso ha decidido gastarse varios centenares de millones para construir allí una estación de bombeo, similar a la de Vera, en la playa de la Malva-rosa de Valencia, aunque estéticamente menos aparatosa. La situación reviste una gravedad similar, según los expertos, en la playa de Benicàssim, donde "no queda nada del antiguo marjal y cuando llueve no hay manera de sacar el agua". En esta playa también apuestan por la construcción de otra estación de bombeo, aunque no les gusta este remedio por ser "caro y poco fiable, ya que las máquinas dan algunos problemas". En cambio, los técnicos señalan que todavía queda marjalería que se debe preservar en zonas como Pego, Oliva, Dénia, Daimús o Xeraco. En estos puntos sus informes recomendarán que se repongan las antiguas goles -canales o acequias que permitían evacuar al mar el agua estancada en los humedales- y delimitarán el espacio que no deben invadir los constructores para evitar nuevas inundaciones. En este sentido, los técnicos advierten que en algunos puntos como La Pobla de Farnals o El Puig los humedales son "muy grandes" y las urbanizaciones no se han metido de lleno en la zona húmeda. Pero si prosiguen las construcciones, al igual que en el marjal de Massamagrell, auguran problemas. "Desde los sesenta se ha urbanizado el litoral sin miramientos, ahora nos toca corregir aquellas aberraciones", puntualizan los expertos de hidrología. Entre los municipios que ya han empezado a mejorar la situación destaca el Grau de Gandia, con sus obras de alcantarillado y bombeo, así como Oliva, Daimús y otras localidades del sur de La Safor que han comenzado a reponer sus goles. Por contra, los técnicos inciden en que los apartamentos de Tavernes de la Valldigna sufrirán nuevos encharcamientos si no se corrige la situación porque "hay problemas para evacuar el agua del mar cuando llueve". Aparte de la ocupación de marjales, desde la consejería recalcan que las inundaciones se producen en numerosos núcleos costeros por la construcción de paseos marítimos que no respetan la salida de agua al mar. "Muchos suprimieron las acequias y canales porque interrumpían las playas y traían malos olores y mosquitos", aclaran. En el club de paseos que ejercen de barreras para el agua incluyen los de Peñíscola, Santa Pola y San Juan. Los técnicos advierten que la inundación, de hasta 80 centímetros, que sufrió el Puerto de Sagunto hace una década por un paseo que carecía de desagües puede repetirse en estos municipios. El ecosistema de playas, dunas y marjales apenas persiste, en estado natural, en el Prat de Cabanes o en Santa Pola, los escasos lugares respetados por las constructoras. Otros marjales, como el del Cabanyal de Valencia -ocupado ahora por la estación ferroviaria- ya no perviven ni en la memoria.

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