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Reportaje:EXCURSIONES: ERMITA DE SANTIAGUITO

Bendito río

Al pasar bajo la ermita de Santiaguito, el Pirón es un río doncel y bullidor que aún lleva en la sangre las estrellitas de nieve recién caídas en el pico Negro (2.087 metros), a dos pasos del puerto de Malagosto, donde nace. El Pirón, que baja trotando como un lobezno por la ladera segoviana de la sierra, no vive mucho, la verdad, sino que muere en el Cega allá por Íscar, no más pisar Valladolid. Pero entre los ríos, como entre los hombres, hay los que viajan miles de kilómetros y son de una insulsez siberiana, y hay los mocitos que, sin rebasar las lindes de la comarca, salen vivarachos, decidores y más listos que Cardona. El río Pirón sabe latín.El Pirón se sabe de corrido, con fluidez, la lista de las iglesietas románicas de Adrada de Pirón, Losana de Pirón, Peñarrubias de Pirón, Villovela de Pirón y de varias otras aldeas del somonte segoviano que llevan espejándose en sus aguas desde el siglo XII. Y así, de tanto repetirlas, ha bautizado un estilo: el románico del Pirón.

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Primavera o romería

El Pirón es igualmente perito en las artes, menos bellas pero más liberales, del bandidaje, pues otro bautismo que se le atribuye es el de El Tuerto de Pirón, bandolero de finales del XIX que no sólo rapiñó en estos pagos románicos, sino en el vecino valle del Lozoya -se dice que acechaba en Rascafría oculto en el alma hueca de la olma- y los aledaños de Madrid, donde cegó para siempre en el penal de San Sebastián de los Reyes. Pastores hay todavía que, después de echar un górgoro en el Pirón, les sale fresca, como rima de ayer, la copla: "Mucho ojo con el Tuerto, / que el que le sigue la pista, / fijo que termina muerto, / que es tuerto de doble vista". Y el Pirón sabe también, porque pasaba y pasa por allí, la historia de la ermita rupestre de Santiaguito, que es fama que era de Losana hasta que se la trocó a Torreiglesias por los prados ribereños. Innecesario decir quién salió ganando con la transacción, máxime tratándose de pueblos ganaderos; innecesario decir de cuán buena gana repiten todos los del contorno, menos los de Losana: "Si moros los de Losana no fueran, / no cambiarían santos por praderas".

Entre Losana y Adrada, el Pirón enhebra la carretera por un alto y macizo puente de piedra de tres ojos, abriéndose paso a continuación por una hosca garganta agobiada de granitos y carrascas. Si, desde aquí, caminamos río abajo por la margen derecha -pero siempre cerca de una alambrada que serpentea por la parte alta de la ladera, para ahorrarnos las fragosidades del fondo- veremos cómo, en menos de una hora, el paisaje cambia de súbito. Habremos pasado del prieto encinar al ralo sabinar, del granito duro y plomizo a la caliza clara y deleznable, de la roca impenetrable a las muchas cuevas y oquedades que han hecho del río Pirón un santuario, también, de los espeleólogos.

El valle, que antes era una barranca sinuosa, se dilata formando una ancha hoz, alfombrada de prados y campos de avena, y cerrada a ambos lados por escarpados taludes. Ahora sí podemos andar por la orilla misma del río para, al llegar a una pasarela de madera, cruzarlo y enfilar hacia la ermita de Santiaguito, que ya se avista en la ladera contraria. Una vereda, seguida de unos peldaños, permite trepar hasta este refugio -eso es en realidad: un refugio rocoso tapiado a cal y canto-, donde la paz y la soledad están garantizadas 364 días al año. El 25 de julio, no; ese día hay romería.

Colgada de un paredón vertical, a buena altura sobre el lecho de la hoz, la ermita señorea, como los buitres y milanos que sobrevuelan estos escarpes, las praderas que los vecinos de Losana recibieron a cambio de Santiaguito. Nadie sabría decir si hicieron bien o mal. Ni siquiera el sabio Pirón, que, arrullado por su coro de ranas en las ovas y de avecicas canoras en los zarzales, los sauces, los fresnos y los copudos chopos, se hace el loco. Incluso el místico: "Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura...".

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