_
_
_
_
_

La ciudad de los caballos de acero

Jerez es la meta. Lo es para los 150.000 aficionados que, cada año por estas fechas, echan lo imprescindible en una mochila, se enfundan en cuero, cogen un puñado de dinero y ponen rumbo con sus máquinas hacia la ciudad andaluza. Y lo es para cualquier amante del espectáculo y las emociones fuertes, porque en Jerez el Mundial de Motociclismo va más allá de las carreras. Este año, por ejemplo, los exteriores del circuito de Jerez se transforman en un gran complejo de ocio que tendrá al rock como protagonista, y es que ya es sabido que motos y rock and roll van cogidos de la mano. Grupos como Spin Doctors o Tahúres Zurdos intentarán que el rugir de sus guitarras se imponga al de los motores. Y para los más atrevidos habrá una torre para practicar puenting y caer desde 58 metros de altura o un circuito de minimotos donde emular a los Biaggi, Harada o Checa. Los moteros, nombre por el que son conocidos estos jinetes sobre ruedas, comenzaron ayer a llegar a Jerez. Son los más tempraneros, aunque abren el camino a verdaderos ejércitos motorizados que invadirán en las próximas horas las principales localidades de la provincia de Cádiz, con la velocidad como arma y la diversión por objetivo. Algunos números para dar cuenta de la magnitud de este circo: 75.000 vehículos -50.000 de ellos, motos-, 200.000 desplazamientos en las carreteras de la zona y más de 1.500 efectivos del Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil y Policía Local controlando el tráfico, ponen de manifiesto el poder de convocatoria de esta auténtica fiesta de la moto que, no es de extrañar, para José Luis León, jefe provincial de Tráfico, supone "el peor fin de semana del año". Son muchos más, desde luego, los que piensan todo lo contrario. Uno de los colectivos que con mayor agrado recibe a los caballos de acero es el de la hostelería. Hace un mes que es imposible encontrar una habitación en los hoteles de Jerez y las localidades colindantes, y bares y chiringuitos están preparados para hacer horas extra. Todo, por supuesto, tendrá su recompensa con una abultada cuenta de resultados al acabar el fin de semana. El Mundial de Motociclismo supone la mayor inyección económica, en menos tiempo, de todo el año en la provincia gaditana. Nunca se ha llegado a cuantificar el volumen exacto de ingresos pero los beneficios para el sector se cuentan en cientos de millones de pesetas. Lo cierto es que el mayor atractivo de esta fiesta está en la calle. El colorido, la adrenalina, el ruido de los motores, el olor a goma quemada... Las calles de Jerez se convierten en improvisados circuitos por lo que el Ayuntamiento elabora cada año un completo plan de seguridad. La avenida Álvaro Domecq, el vial más importante del municipio, queda cortada al tráfico desde primeras horas de la noche del sábado, y los moteros se hacen dueños del asfalto, ofreciendo auténticas exhibiciones sobre dos ruedas. Es difícil dormir. En cualquier rincón de la ciudad, la banda sonora la ofrecen los potentes motores de estas endiabladas máquinas de velocidad. Y, mientras, el circuito aguarda como la guinda del pastel. Este año presenta, entre sus novedades más importantes, la reforestación que ha teñido de verde los alrededores de la pista con la plantación de césped, decenas de árboles y plantas con flores de todo tipo. José Ramón García, director del trazado, sólo está preocupado ya por lo único que no puede controlar: el tiempo. "Al motero no le suele importar mucho pero al paquete o acompañante, sí. Quizá pueda bajar la cifra de espectadores, aunque confiamos en que, como siempre, la gente acuda en masa a Jerez", afirma. Hay multitud de carteles publicitarios por las calles. Uno de ellos reza: "Esto es espectáculo". Y tiene razón. Pasen y vean.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_