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Reportaje:

Aprovechar lo que sobra

Un centenar de agricultores alaveses de la zona de Ariñez, integrados en la Comunidad de Regantes de Arrato, estrenó hace ya cuatro años un plan de utilización de aguas residuales de Vitoria, previamente depuradas en las instalaciones de Crispijana, para regar sus cultivos. Otros agricultores de la Llanada quieren ahora aplicar el mismo sistema, que procede de California. En España comenzó a aplicarse hace unos años en Andalucía para el riego de campos de golf. La adopción del método en Álava, único lugar de España en que se emplea con fines agrícolas, responde al deseo de rentabilizar un recurso escaso. El presidente de la Unión de Agricultores de Alava, Eduardo Aginako, destaca la importancia de un procedimiento que permite dar un uso complementario a los vertidos de Vitoria. El proceso parte del aprovechamiento del agua que pasa por la depuradora de Crispijana, que trata los vertidos de Vitoria y sus zonas industriales, a la que se somete a un segundo proceso de reciclado para hacerla apta para el riego. Tras esta segunda depuración, el agua se bombea hasta balsas situadas a una altura suficiente como para regar toda la zona, de 4.000 hectáreas. De ellas, cada campaña se riegan 2.000, debido a la rotación de cultivos. Anualmente se emplean en torno a tres millones de litros de aguas residuales para este fin. El mecanismo fue impulsado en Álava tras constatar la necesidad de "aprovechar los escasos recursos hidráulicos" y ver "el buen resultado que experiencias similares estaban dando en Estados Unidos", explica el técnico de la Unión, Luis Ganuza. La Comunidad de Regantes de Arrato abordó el proyecto, para lo que contó con el asesoramiento técnico, jurídico y económico de la Unión. Las instituciones aprobaron este uso de las aguas residuales y lo incluyeron en las obras de reforma de la depuradora de Crispijana. La limitación de la época de riego en los terrenos de la Comunidad de Arrato a cuatro meses al año ha empujado a los agricultores del norte y este de Vitoria a plantear la posibilidad de utilizar las aguas residuales que depura Crispijana el resto del año. Esta comunidad de regantes suma en conjunto unas 4.500 hectáreas. El proyecto está pendiente de aprobación por la Diputación. El elevado coste de las obras a realizar (unos 4.000 millones) y la complejidad de los trabajos obligará a prolongar las obras a lo largo de varios ejercicios. "Las peculiares connotaciones que a nivel sanitario tienen las aguas residuales, que impiden su utilización como agua potable, no afectan a otros usos distintos del consumo humano", afirma Aginako. Señala, en este sentido, el riego de espacios públicos, parques y jardines, los citados campos de golf, la agricultura y el uso industrial en procesos de refrigeración. Se trata de actividades que requieren grandes masas de agua, por lo que emplear las residuales evita el gasto de agua potable.

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