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BALONCESTO FINAL DE LA EUROLIGA

El Kinder devuelve a Italia al trono

Robert Álvarez

El Kinder devolvió a Italia al trono 10 años después de su último triunfo por mediación del Milán de Meneghin. Desde entonces la crisis asoló al baloncesto italiano, pero ayer renació en Barcelona y se llevó la Euroliga con la defensa como salvoconducto. Los italianos tomaron todas las prevenciones del mundo y apenas pusieron en marcha su máquina. Atendieron a la historia de las últimas finales. Deseaban evitar a toda costa tropezar con la misma piedra de siempre: el baloncesto control. El AEK ya había exhibido en este sentido el filo mortal de su juego pausado y certero.

El partido empezó con una estampida -seis triples en siete minutos-, pero los marcajes implacables, las transiciones vertiginosas a defensa y las telas de araña ante cada una de las dos canastas lo frenaron en seco. Nesterovic, un esloveno con pasaporte griego, reforzó su candidatura a ser otro de los europeos que pronto caigan en las redes de la NBA. A sus 21 años y con 2,13 de estatura lo tiene todo. Así lo dejó ver: intimidó, reboteó bajo los dos aros y colocó más de un tapón. Los pívots del AEK se quedaron a dos velas y Sconochini secó a Anderson.

Kinder Bolonia: Rigaudeau (14), Danilovic (13), Sconochini (10), Nesterovic (6), Savic (7); Abbio (6), Frosini (0) y Binelli (2)

AEK Atenas: Coldebella (3), Prelevic (6), Anderson (4), Tsakalidis (4), Alexander (5); Chatzis (4), Lasa (7), Andersen (4), Kakiusis (5) y Larsen (2). Árbitros: Betancor (España) y Rems (Eslovenia). Palau Sant Jordi de Barcelona. Unos 11.900 espectadores. El Kinder gana la Euroliga por primera vez en su historia.

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El AEK de Atenas no pudo marcar su ritmo monocorde y lento: la receta que Maljkovic patentó cuando ganó esta competición con el Limoges. Hicieron mella los triples tempraneros de Rigaudeau, Danilovic y Savic, así que, obligado a adelantar su primer parapeto, el AEK tuvo muchas dificultades.

El Kinder alcanzó pronto ocho puntos de ventaja (18-10) y no se alteró. Pese a algún que otro pequeño vaivén (24-19), fue aumentando su renta (38-26) y se mostró imperturbable hasta el exceso. Le ayudó la cerrazón del AEK ante su cesto y sufrió para paliar el mal día de Savic.

El AEK echó mano de Lasa y llegó a ponerse a tiro de piedra: 45-41 a tres minutos, pero el Kinder de Bolonia se hizo justicia a sí mismo y sentenció. Sin embargo, eligió el peor de los caminos y se pareció al modelo que deseaba evitar: se batió ayer el récord anotador negativo en una final con 102 puntos. El anterior lo poseían el Limoges y el Benetton en 1993 con 114 tantos. Triste récord.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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