Expertos recuperan la vocación europeísta y crítica de Böll
"Heinrich Böll nunca fue de aquellos europeos adaptados. Fue de aquellos a los que, a pesar de que les dolía, pusieron las cosas en entredicho, fueron incómodos y han dejado un espíritu a seguir". Con esta definición tan diáfana como iconoclasta de Michael Münzer, del Instituto Goethe de Barcelona, arrancaba ayer el I Congreso Internacional sobre la vida y obra de H. B, el escritor alemán que contribuyó a la construcción del espíritu europeo mediante una pluma afilada y crítica con las normas establecidas y la corriente homogenerizadora europea. La estética, la política y la moral de Böll (Colonia 1917-1985), el Nobel de Literatura a quien Marcel Reich llamó "un predicador con rasgos de payaso", se presentan en toda su plenitud, por primera vez en Valencia, en forma de una exposición de cuarenta carteles y fotografías procedentes del Archivo de Heinrich Böll, que ha recorrido Europa. Durante tres días, expertos en la obra del autor de Opiniones de un payaso -con Víctor Böll a la cabez, sobrino y director de la fundación alemana que lleva el nombre del escritor- debatirán en unas jornadas, impulsadas por el Departamento de Filología Anglogermánica de la Universidad de Valencia, el alcance del compromiso político que el escritor alemán mantuvo con la dignidad humana de su tiempo. "La humanidad de Böll" reaparece, pues, "en un momento de profundos cambios sociales y políticos", pero también "en un mundo" -que como definió el profesor Francisco García Quintero- camina hacia "una vida cada vez más virtual y más deshumanizada". El tiempo de Böll fue un tiempo partido en dos: antes y después de la segunda guerra mundial. Un parteaguas que -en opinión de su sobrino y de quien fuera su más cercano colaborador- marca toda su obra. "Todas las novelas de Böll transcurren en tiempo real", afirmó, son novelas sobre sus coetáneos, donde moral y política están indisolublemente unidos. Sólo así se entiende el sentimiento de fracaso de todos sus personajes. "Los amores en Böll fracasan", afirma con precisión Víctor Böll. "Y no es porque en la Alemania de su época no hubiera espacio para el amor, había amantes suficientes", añadió. Pero el telón de fondo de la posguerra, el hundimiento del III Reich, el paso de la dictadura a la construcción de la entonces joven República Federal Alemana no fue precisamente un lugar en el que, recurriendo a un símil de Böll, "en lugar de piedras volaron flores". Ese tiempo llegó más tarde, casi al final de su vida. Böll nunca olvidó la gran manifestación por la paz y contra el rearme en Bonn, el 10 de octubre de 1981. Porque ese día, como diría después, fue el de su propia "liberación" del aprisionamiento moral que de manera interiorizada arrastró desde el episodio, al final de la guerra, en que fue capturado prisionero por los americanos.
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