¿Qué fue de los cantautores andaluces?
¿Dónde están los poetas y los cantautores andaluces de entonces, de la época en que Alberti y las voces de los componentes de Aguaviva indagaban el paradero de los contemporáneos? La respuesta es obvia: están dispersos en la frontera confusa que separa la memoria del olvido. La presentación en Granada del libro Crónica cantada de los silencios rotos (Voces y canciones de autor 1963-1997), de Fernando G. Lucini, reunió a algunos de ellos: Juan de Loxa, fundador de Manifiesto Canción del Sur, que aglutinó en 1969 a los jóvenes Carlos Cano, Antonio Mata, Raúl Alcover y Angel Luis Luque, y Enrique Moratalla, cantautor juvenil y actual delegado de la Consejería de Cultura en Granada. "Yo he escrito este libro porque necesitaba agradecer a esos cantores y poetas lo que han hecho por mí y por este país", dijo Lucini. A Juan de Loxa, sin embargo, la lectura del libro y, en concreto, de las páginas donde Lucini describe la aventura que él y unos amigos emprendieron por las libertades democráticas y por "la recuperación y recreación de una cultura genuinamente andaluza", le ha servido para descubrir que han existido. "En un momento dado", explicó, "he llegado a convencerme de que no fuimos (...) En el insomnio de las últimas tres noches me han rondado muchas canciones por la cabeza, pero entre todas ellas una de las últimas de Joaquín Sabina, ¿Quién me ha robado el mes de abril? Abril no ha sido uno sino muchos meses, muchos años; nos lo han robado antes y después, cuando creíamos que nos habíamos ganado un patrimonio". Moratalla se presentó dispuestos a aclarar muchas cosas: "Es mentira la historia que se ha escrito sobre lo que ocurrió en Andalucía durante la transición sobre los cantautores". Luego repitió que aquel era un buen día para poner las cosas en su sitio, pero nadie las puso, ni siquiera él, que abandonó el acto para ir a otro compromiso. "He escrito este libro para recuperar la memoria inspiradora sin nostalgia, porque la memoria también abre horizontes de futuro", explicó Lucini. "Este libro pone las cosas en su sitio", había enfatizado Moratalla. Juan de Loxa, sin embargo, advirtió de otro peligro que supone remover el pasado y que no es la nostalgia sino la inquietud. El fundador de Manifiesto Canción del Sur describió de este modo el archivo donde guarda las pruebas de aquel tiempo: "Un armario que no se abre por si saliera un verso, te cogiera por la solapa y te pidiera explicaciones". Contra la inquietud cabe oponer la coherencia, la dignidad. Manifiesto Canción del Sur fue un movimiento abierto a cualquiera que considerara "honestamente que su calidad como intérprete y su sinceridad como autor están a la altura de la dignidad que exigen los tiempos". Por el camino han caído muchos y han cambiado otros. "Pido", dijo Juan de Loxa, "un respeto para ellos, que lucharon en todas las trincheras, haya pasado lo que haya pasado después, porque siguen perteneciendo al bando de los perdedores. Nosotros los de entonces queremos seguir siendo los mismos".
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