El león que vivió como un perro
Muere la fiera que ha sufrido 20 años en una jaula de la perrera de Málaga
Era un león, pero vivió más de 20 años como un perro. Fidelius ha muerto a principios de abril por sobredosis de anestesia después de dos decenios en cautiverio en el Parque Zoosanitario de Málaga. Comenzó sus andanzas con un fotógrafo alemán ambulante por la Costa del Sol y, tras serle confiscado por la policía, fue a parar a este lugar cuando todavía se le conocía como lo llaman aún los taxistas de Málaga: la perrera municipal. La muerte de Fidelius está rodeada del mismo misterio que sus primeras andanzas. Según la nota de prensa que difundió el Ayuntamiento, "por motivos desconocidos, que está investigando la policía, había escapado y era preciso hacerle retornar a la jaula trasladándolo en brazos".
Según una ex miembro de la Sociedad Protectora de Animales, es imposible que el animal se escapase porque "estaba todo lleno de artrosis. ¿Cómo iba a salir de ahí cuando no podía ni andar?". Fuera de la jaula o dentro de ella, el caso es que los veterinarios del centro optaron por aplicar a Fidelius un anestésico.
"Se comprobó que su estado en ese momento era bueno. No obstante, a la mañana siguiente fue hallado muerto", según la versión del Ayuntamiento. "El pobre mío" -exclama la ex miembro de la sociedad ecologista, quien asegura haber llevado comida a Filiberto, como ella le llama, los fines de semana- "estaba todo el día con la cabeza asomada y tenía la melena toda enmarañada, como un estropajo amarillo de ésos antiguos".
Y el pelo no fue, según dice, su único quebradero de cabeza. "Vivía en una auténtica jaula de perro".
"Fidelius comía pollo", se defienden las fuentes del parque.
"Ése no ha visto un pollo en su vida", replica la ecologista.
Comiese lo que comiese, las Asociación para la Liberación Animal (ALA) ha desenterrado el hacha de guerra. La semana que viene va a presentar una denuncia ante el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) para desenterrar el cadáver y estudiar las causas de su muerte. "Porque ese animal se murió entre comillas", asegura Paloma Martín, la delegada en Málaga. "No tuvieron el debido cuidado con la anestesia". Pero lo más grave, a ojos de esta asociación, es haberle mantenido tanto tiempo en cautividad en una perrera. Y añade que si ninguna asociación se ha hecho cargo de él antes es porque el parque "lo ha mantenido medio oculto". "En la perrera ha habido hasta monos", dice un antiguo trabajador del centro, "y siempre conseguimos que alguien se llevase a los animales". Con Filiberto fue más difícil, según asegura. "En aquella época se tuvo contacto con mucha gente y nadie se lo quiso llevar". Pero ahora sí que había gente interesada. A raíz de un reportaje publicado por el periódico británico The Mirror; ciudadanos de aquel país se interesaron hace poco por su suerte. "Pero no habría aguantado el viaje". No fueron las islas las únicas interesadas. En Marbella, el dueño de una cadena de restaurantes puso a los pies de Filiberto unos terrenos para que pudiera estar en libertad, según Martín. Y más propuestas: el zoo de Madrid y una organización alicantina de defensa de lo animales felinos, entre otras. Nadie resolvió el problema a tiempo, tal vez porque Andalucía carece de ley de protección animal y Filiberto no pudo acogerse a ella. Murió de inyección letal tras una condena por no haber hecho nada.
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