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"25 d"abril"

VICENT FRANCH I FERRER La historia de España, por ejemplo, en lugar de ocurrir entre inercias, genocidios, expoliaciones y guerras parecía el cumplimiento de un deliberado propósito de la providencia, que primero unió iberos y celtas, después romanos y visigodos, hasta recorrer un caótico pero previsible camino donde musulmanes, judíos y cristianos dieron al mundo el ejemplo de una síntesis envidiable. Cuando descubrimos que todo eso era mentira, y que, en realidad, el constructo obedecía a la urgencia de afianzar un nacionalismo español cada vez con mayor necesidad de hacerse presentable, buscamos en nuestra historia reservada el yacimiento de hechos manipulables, y les imitamos: Convertímos el 9 d"Octubre en un ejercicio de amnesia ante el despojo árabo-valenciano y glorificamos la incorporación de este territorio a otra religión, o a la civilización occidental. Con el malentendido, creció la perplejidad. Puesto que la fecha infausta de la ocupación catalano-aragonesa de València (más lo uno o lo otro, según el yo retrospectivo que se trate de airear) resultó más folclórica y localista que otra cosa, cambiamos las glorias por penas y adoptamos el 25 d"abril como hito capaz de alimentar el yo torturado. Con la democracia, ambas fechas adquirieron valores polisémicos sobre cuya realidad casi tengo escrito un breve tratado. La Generalitat, las Corts Valencianes, el Ayuntamiento del Cap i Casal, las diferentes fuerzas políticas, y buena parte de los municipios de nuestras comarcas, especialmente en el sur, habrían instrumentalizado el espacio simbólico que discurre entre el proceso de ocupación de las taifas y el despojo final del autogobierno foral -consecuencia directa de la pérdida de la Guerra de Sucesión frente a las tropas de la nueva monarquía hispánica encarnada por los Borbones-, para ofrecer un mosaico de representaciones donde la historia es sólo un pretexto banal para derrotar de nuevo a los moros, afirmar una fe religiosa rica en trágalas y crímenes horrendos o declararse alegremente un subproducto de una aculturación forzada. Batallas, estandartes, pendones, sepulcros, decretos, recepciones, entrades, y el manido negociete del festival de rock patriotero que no falta, caracterizan unas celebraciones que, finalmente, alguien ha comprendido que sólo tienen sentido si se aplican en hacer notar deficiencias que sufrimos como pueblo, en cerrar criptas y dejarnos de floripondios. Porque el 25 d"abril se justifica dedicando la jornada a reivindicar algo tangible e interesante para hoy. Por eso me parece un salto cualitativo en el tono y significado de las celebraciones de los últimos años que el Bloc Nacionalista Valencià haya escogido el status del Carrer Major del País Valencià, la Autopista A-7, para exponer que no será calle mayor mientras no se le libere del peaje y sea rescatada por este pueblo. La curiosa cultura del peaje a que han venido refiriéndose las autoridades catalanas en los últimos años apoyando el negocio privado de las autopistas en el Principat, y el escaso interés del Gobierno valenciano en comprarla para el país olvidan que las mercancías valencianas no sólo necesitan el rescate público de la A-7 valenciana sino la correspondiente solidaridad catalana para que esa calle mayor llegue a ser de verdad, además de parte del tecnocrático arco mediterráneo, la soñada Avinguda de Salses a Guardamar, o el camino más recto a Europa.

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