Una clara actitud europeísta
La fulminante victoria de Thomas Klestil refleja, según los comentaristas, que los austríacos le reconocen el mérito de haber desempeñado sin serios percances su papel de jefe de Estado durante los últimos seis años. Prácticamente no hicieron mella algunos puntos flacos en su historial personal, tales como la separación de su mujer, o un pequeño escándalo motivado por el cobro inadecuado de una jubilación. El presidente, de 65 años, ha mantenido siempre una clara línea prointegración europea y es favorable a "una discusión realista sobre temas de seguridad, libre de tabúes", según dice, para aclarar que no se opone a una entrada de Austria en la OTAN, a diferencia del partido socialdemócrata del Gobierno de coalición.
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