José Antonio Campuzano reaparece hoy

José Antonio Campuzano (Gerena, Sevilla, 1954) dijo adiós a los toros en octubre de 1996, cansado y desilusionado porque, a su juicio, no se le reconocía su categoría como torero; se marchó, además, quejoso contra el olvido de los empresarios y, especialmente, enfadado con el responsable de la empresa de Sevilla, Diodoro Canorea, quien se opuso a que hiciera realidad su sueño de matar seis toros en solitario en La Maestranza. Tras un año de descanso, y abandonada la idea de abrirse camino en el mundo de los negocios, el mayor de los Campuzano ha hecho las paces con Canorea, ha escuchado con ilusión las palabras de ánimo de los amigos y ha decidido enfundarse de nuevo el traje de luces.

" Me fui con la moral por los suelos", dice el torero, "y vuelvo porque todo el mundo me lo pide; especialmente, los amigos que me han visto torear en el campo". " Además, yo creía que podría servir para hacer otras cosas", añade, " y he comprendido que no era así; lo único que he hecho en este tiempo ha sido entrenar".

Lo cierto es que los jóvenes empresarios de la plaza de toros de Huelva han decidido apoderarlo, juntos han barajado la cifra de 20 corridas para la temporada de la reaparición, y entre los tres han convenido que sería una pena que el torero no celebrara sus 25 años como matador."Sería una auténtica pena no disfrutar de las bodas de plata como torero en activo, ¿no es verdad?", comenta Campuzano, que asegura: "Vuelvo para torear, y no sé por cuánto tiempo, pero vuelvo con la ilusión recuperada y la mente fresca".

José Antonio Campuzano tomó la alternativa el 29 de abril de 1973 en Sevilla, apadrinado por Luis Miguel Dominguín y con Paquirri como testigo. Desde entonces ha actuado 52 tardes en La Maestranza, en la que ha cortado 22 orejas, y el 3 de mayo de 1982 salió a hombros por la Puerta del Príncipe, después de triunfar ante los toros de Guardiola. Ha matado siete corridas de Miura en esta plaza, y todo hace pensar que la amistosa reconciliación con Canorea le ha librado de lidiar la octava.