Borrell
La prueba inequívoca de que Borrell es una opción renovadora es la creciente inquina con que el aparato socialista le combate. Y así, se quitan la palabra unos a otros para jalear a Almunia, de quien dicen que es mejor candidato porque conquistaría más apoyos no socialistas. Una asombrosa conclusión si tenemos en cuenta que, a juzgar por la prensa, sucede justamente lo contrario: la inmensa mayoría de los periodistas antaño críticos con el PSOE alaban ahora a Borrell.Sospecho que al PSOE se le ocurrió lo de las primarias para lavar su imagen, gatopardeando con la vieja idea de que hay que cambiar algo para que todo siga igual. Pero el ardiente interés de sus afiliados y de la sociedad les desbordó: se diría que, tanto en las bases socialistas como en la izquierda no militante, existe la necesidad y la esperanza de un cambio real. Tal vez Almunia, que es un rollizo afable, parezca más simpático que el afilado Borrell, pero sé que sólo Borrell puede superar el marchito atrincheramiento defensivo del PSOE y volver a establecer un contrato de credibilidad con la sociedad.
Porque el PSOE oficial está sobrecargado de muertos vivientes: todos esos Barrionuevos, Veras y Corcueras a los que no paran de invitar a cenar y desayunar en indescriptibles homenajes. Estos zombies, y muchos otros, se pasean tan campantes por el partido con su carga de memoria envenenada; todas las tropelías y todos los errores permanecen debajo del pico de la alfombra, agostando el futuro de la izquierda. Así llegó Aznar al poder, y así se eternizará en él, si no hay un cambio. González y los suyos, que tan claro tuvieron al final del franquismo que había que defenestrar a los dirigentes históricos y renovar el partido, están dando ahora un triste espectáculo. Me temo que si pierde Borrell perderemos todos.
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