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Reportaje:

El terremoto mas largo

Los vecinos de Italia central viven desde hace seis meses en el pánico con 8.000 seismos incesantes

Los vecinos de Gualdo Tadino, un pueblecito de la Umbría, en Italia central, no se fían. Después del temblor que sacudió de nuevo ayer la zona, por tercer día consecutivo, el pánico se ha adueñado de la situación. A las 17.52, como si acudiera a una cita inaplazable, un terremoto (de 4,5 en la escala de Richter) estremeció de nuevo Gualdo justo cuando la gente presenciaba un partido de fútbol organizado por el alcalde para procurarles alguna distracción. Las dos últimas noches, centenares de personas han dormido en las literas de un tren enviado a la estación local. Otros han salido al jardín de la casa y han dormido en tiendas de campaña, o se han acomodado en los coches, algunos más en la escuela. Cualquier cosa mejor que esperar dentro un rugido estremecedor como el que el viernes, a las 9.26, se escuchó en toda la zona precediendo a un nuevo temblor sísmico que alcanzó los siete grados en la escala de Mercalli (4,7 en la de Richter).Esa misma noche hubo otra sacudida menor, y al menos otras tres el sábado. La de ayer se sintió también en Asís, donde la gente, aterrada, desalojó la basílica inferior de san Francisco. Desde que el 26 de septiembre pasado un terremoto ligeramente más fuerte, acabó con la vida de una decena de personas y derribó el techo de la basílica superior de san Francisco de Asís, destrozando parte de los famosos frescos y llevándose por delante centenares de viviendas, el suelo de la Umbría y Las Marcas ha registrado más de 8.000 movimientos sísmicos. Tres mil han sido percibidos por los vecinos, ocho han sido fuertes -por encima de cinco grados en la escala de Mercalli-, y alguno de ellos, devastador.

En Gualdo Tadino, Nocera Umbra y Serravalle di Chienti, algunas de las localidades que han sufrido más los efectos de las últimas sacudidas, la gente se pregunta ¿hasta cuándo? Y los expertos, los mismos que al principio intentaban articular explicaciones tranquilizadores, se encogen ahora de hombros. "Un terremoto tan largo no se había registrado jamás", admitía el viernes Enzo Boschi, presidente del Instituto Nacional de Geofísica. "No significa que no haya ocurrido antes. Pero desde que existe una buena red mundial de medición y control, es decir, en los últimos 30 ó 40 años, no se había registrado una serie así de temblores".

El epicentro de esta prolongada actividad se sitúa en los Apeninos centrales. La tierra libera energía y nadie sabe cuándo terminarán asentándose las placas."Es imposible hacer predicciones", explica Boschi, "es como si tuviéramos que averiguar cuándo se agotará un depósito de agua cuya capacidad desconocemos". Cierto que la energía se libera lentamente, de forma que las sacudidas se mantienen desde hace seis meses, pero no son lo bastante- intensas como para causar grandes destrozos. Al menos hasta ahora. Pero, aunque los efectos materiales se limitan a medio centenar más de edificios dañados, un aumento de la presencia de bomberos, miembros de Protección Civil y voluntarios llegados de toda Italia provoca efectos psicológicos más graves en la población.

Las últimas sacudidas han colmado la paciencia de los habitantes de estas regiones, parte de cuyos recursos proceden del turismo. Las escuelas han vuelto a quedar cerradas hasta el lunes, algunos pueblos se han quedado sin agua potable porque el terremoto ha roto las tuberías, y centenares de -Personas que habían conservado sus casas en las primeras sacudidas reclaman nuevas inspecciones.

El ministro de Cultura, Walter Veltroni, ha intentado tranquilizar a los habitantes del área afectada asegurándoles que el patrimonio perdido o dañado será restaurado aunque haya que aumentar la dotación económica prevista de 1.100.000 millones de liras (68.000 millones de pesetas).

Pero, si la mayoría de los habitantes vive con angustia el terremoto infinito, los hay que prueban a sacarle jugo. Por ejemplo, jugando a la lotería (Superenalotto) los números del desastre: 9 y 26, la hora del último temblor; 11, el número del terremoto; 90, el del miedo; 3, el día de la penúltima sacudida; 7, el grado en la escala de Mercalli. El que gane podrá escapar del tormento.

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