Primarias, la ventaja de asumir riesgos
EL INICIO del proceso de elecciones primarias en el PSOE ya ha producido efectos, dentro y fuera de ese partido. Dentro, porque la presencia de José Borrell como aspirante a candidato, cuaIquiera que sea el resultado, trastoca la jerarquía interna y le convierte en segunda figura -que no es lo mismo que número dos- del partido y en alternativa al liderazgo del actual secretario general. Fuera del PSOE, porque el ejemplo socialista ya ha animado a sectores de otras fuerzas (como CiU) a cuestionar usos internos que en la práctica otorgaban a unas pocas personas -o a una sola- el derecho a designar a los candidatos a las distintas instituciones. Está por comprobar el efecto más importante: la influencia que estas primarias puedan tener en la movilización de los electores de centro y de izquierda; pero hay indicios de que no serán efectos menores.Los sondeos confirman que puede ganar cualquiera de los dos, aunque el actual secretario general parte con ventaja. Es significativo que en la encuesta de Demoscopia Almunia es, mejor valorado que Borrell en relación a todas las cuestiones planteadas, excepto cuando se pregunta quién de los dos lo haría mejor como jefe de la oposición. Al ex ministro de Obras Públicas se le ve más eficaz como crítico del Gobierno que como gobernante.Pero a ambos se les atribuye, tanto entre los electores socialistas como entre la población en general, similar gancho electoral. Siendo una elección abierta, parece probable que el resultado no sea abrumador. Pero un resultado equilibrado tenderá a ser visto como un voto de castigo en el caso del secretario general, y como un paso adelante en la carrera del otro aspirante. Por eso puede decirse que Borrell ya ha conseguido, o casi, su objetivo de colocarse como alternativa interna a Almunia, corrigiendo así un aspecto del resultado del 34º Congreso.
Almunia tiene una imagen más centrada, y es por ello, en principio, más susceptible de atraer los votos moderados que necesitaría el PSOE para recuperar la mayoría. Tal vez sea ése uno de los motivos de la apuesta que los medios más antisocialistas han hecho a favor del otro candidato. Un arma de doble filo para Borrell, porque no es seguro que eso favorezca la decantación en su favor de la militancia socialista. Pero es evidente que Almunia asume más riesgos que Borrell, lo que debe ser anotado en el haber del secretario general, que pudo haber esquivado esta prueba una vez que el congreso las limitó en principio al ámbito municipal.Más discutible es su advertencia de que dimitirá si no es elegido candidato. Si bien refleja el talante de Almunia -que no suele ocultar lo que piensa-, introduce un factor de dramatismo en el proceso: algo que podría ser contraproducente para la renovación iniciada con la sustitución de González por Almunia.
De momento, el proceso ha devuelto protagonismo social al PSOE, pero también le obliga a asumir riesgos. La hipótesis de un candidato diferente al secretario general -al estilo del PNV- cuestionaría el actual modelo organizativo, como anticipan los conflictos surgidos en torno al mitin de anoche en Sevilla. No es lo mismo que pierda las primarias el dirigente local de un municipio, o incluso de una comunidad autónoma, a que las pierda el líder nacional del partido. Sin embargo,el PSOE está en un momento en que necesita arriesgar, y precisamente en el terreno organizativo y en la renovación del personal.
Desde el Partido Popular (PP) se ha dicho que ellos no tienen esos problemas porque disponen de un liderazgo asentado. Es como mentar la soga en casa del ahorcado, porque las encuestas indican que no es precisamente ése el punto fuerte del PP, y un proceso de primarias podría llevar dicha evidencia al interior del partido. Y a poco bien que le vaya al PSOE con este experimento, las direcciones de los demás partidos tendrán dificultades para negar a sus afiliados el derecho a revitalizarse con las mismas vitaminas de participación y renovación.
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