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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mentiras verdaderas

Si yo consiguiese, de alguna forma, que los productos de mi empresa europea se vendiesen en el mercado norteamericano, mediante unas cadenas de distribución que asegurasen entre el 70% y el 90% del mercado estadounidense y en algunas áreas concretas el 100%, me estaría, viendo en un tribunal acusado de intolerable abuso de posición dominante y de prácticas monopólicas.Pues bien, echando una hojeada a la cartelera de cines, no sé por qué los españoles nos tenemos que tragar que entre el 70% y 90% de las películas sean norteamericanas, que sean productos enlatados de Hollywood y que, en algunos minicines, la presencia de productos norteamericanos sea del 100%.

No es que sea nacionalista. A mí no me importaría ver cine hindú (que lo hay y mucho), iraní (ver la excelente El sabor de las cerezas), vietnamita (he visto muchas películas y series sobre Vietnam y ninguna de ellas ha sido vietnamita, aunque me consta que tienen ciertos de ellas. Hasta para hablar mal de EE UU, EE UU exige el monopolio, siendo el único caso en la historia en que la guerra la describe el perdedor). Tampoco haría ascos al cine francés o al chino o a cualquier otro. Y al cine español, que lo hay y es excelente.

El agravante de las películas, respecto de cualquier otro producto, es que además llevan una carga ideológica muy importante. Por ejemplo, desde hace algún tiempo nos están inyectando miríadas de películas y series de terroristas, todos ellos, claro está, integristas, islámicos y absolutamente fanáticos, y todos ellos con caras de iraníes, iraquíes o libios, dispuestos a matar, con armas de destrucción masiva, a todo ciudadano inocente norteamericano que se presente. La otra gran variante es la de los narcotraficantes latinoamericanos, sanguinarios y aprovechados con los pobres e inermes consumidores norteamericanos. Gracias a Dios, siempre hay patrullas especiales norteamericanas, por supuesto, dispuestas a acabar con los malos ("bad guys") saltándose el derecho internacional y cualquier otra chorrada jurídica que los políticos locales de siempre inventan para entorpecer el ejercicio de la justicia.

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¿Para cuándo un tribunal contra el lavado de cerebro, las prácticas monopólicas y el abuso de posición dominante de la industriabasura de Hollywood?-

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