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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Precisiones sobre la creación de empleo

En EL PAÍS del 15 de marzo de 1998, Joaquín Estefanía comenta mi intervención con ocasión de los 20 años de Cinco Días, recogiendo correctamente mi afirmación de que no hay atajos para la generación de empleo, como la reducción de la jornada y el reparto de trabajo, y recoge menos exactamente "que sólo sirve el crecimiento económico" y que, si se mantuviera el ritmo de creación de empleo de 1997, "en cinco o seis años se puede resolver el problema del paro". Lo que dije fue que si se mantuviese el ritmo de creación de empleo durante cinco o seis años "el problema del paro se vería realmente facilitado-, y, desde luego, nunca he sostenido que para favorecer el empleo lo único importante sea el crecimiento del PIB. En mi intervención di una gran importancia a la adecuación del crecimiento de los salarios reales al de la productividad (citando lo contrario ocurrido en los setenta, con gravísimas consecuencias para el empleo), que junto con el crecimiento del PIB considero los factores más importantes (no únicos) para la creación de empleo. En otras ocasiones (por ejemplo, en EL PAÍS del 4 de marzo de 1997) he dado mi opinión sobre la importancia de la adaptabilidad y buen funcionamiento de las instituciones que regulan el mercado de trabajo.Mi crítica se dirigía, en efecto, a lo que el profesor Bentolila -de orientación de centro-izquierda- llamaba "la (falsa) poción mágica" para crear empleo, y que ha sido criticada duramente por keynesianos -bien alejados del neoliberalismo y con los que antes tanto simpatizaba Estefanía- como los premios Nobel Samuelson y Modigliani. Si los salarios reales no pueden separarse a largo plazo de la productividad media (como demuestra la experiencia de los últimos 30 años en Europa y en Estados Unidos), resulta matemáticamente que la creación de empleo sólo puede acelerarse si se acelera el crecimiento del PIB o si cae el salario real por trabajador. La fórmula de la reducción de jornada no puede crear empleo salvo si cae el salario real por ocupado, cosa que me parece difícil de aceptar por los trabajadores. Por eso prefiero que se mantenga a buen ritmo el crecimiento del PIB. La propia ministra francesa de empleo, Aubry, al referirse a la reducción de la jornada a 35 horas semanales, ha sido poco tajante: "No es la única respuesta al paro. No es seguro lo que va a pasar. La izquierda y la derecha nos hemos equivocado con el paro y podemos seguir equivocándonos".

En su valoración política Estefanía dice que mis tesis -que como antes señalaba difieren sensiblemente de las que me atribuía- son ortodoxas y radicalmente liberales. En modo alguno me molestan esas etiquetas, pero yo no trazaría la frontera entre liberales y socialdemócratas en el sí o el no a la reducción legal de la jornada, porque sería hacerles un flaco favor a los partidos de izquierda y, lo que es mucho peor, a los trabajadores.

En cualquier caso, sólo la izquierda francesa e italiana -que gobiernan con apoyo de partidos comunistas a los que hay que compensar por las severidades de Maastricht- se proponen experimentar la fórmula de la reducción de jornada. Ni el nuevo laborismo de Blair, ni los socialdemócratas del centro y del norte de Europa, ni en España el PSOE, se han sumado a la idea (UGT pide la jornada de 35 horas por ley, sin el apoyo del PSOE, titulaba EL PAÍS ese mismo 15 de marzo en que mi viejo amigo Joaquín Estefanía escribía su columna).

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