Grandioso
Con calibrada finura, Pilar Rahola ha asestado un golpe mortal al machismo parlamentario. El concepto de "machorro extremeño", modelo de parlamentario acuñado en Playboy por ella sola sin la ayuda de nadie, es una notable contribución a la filosofía política y a la liberación de la mujer. Sólo alguien con un completo conocimiento de lo extremeño podía proponer tan sutil matización. El machorro catalán, representado por Duran Lleida y Maciá Alavedra, no da la talla, a juicio de Rahola; tampoco está a la altura el machorro asturiano que encarna con solidez granítica Alvarez Cascos; mucho menos otros machorros extraparlamentarios, como un tal Fernández Tapias, a quien nuestra independentista parece conocer como si fuera su peluquero. En esto Rahola sienta cátedra: o el machorro parlamentario es extremeño, o no es machorro. ¡Cavílese el esfuerzo experimental y teórico que habrá costado llegar a tal conclusión científica! Sólo de pensarlo se me abren las carnes. Me alegro por el éxito que ha cosechado Rahola, y también por Maragall, en cuyo equipo parece querer incluirla, quizás con fines políticos. Sería lógico; ese cráneo privilegiado no puede quedar fuera del Parlamento catalán, en donde el machorro extremeño es escaso, pero puede aumentar su cabaña al menor descuido.Pero si algo agradezco a la implacable enemiga de los premios literarios deshonestos es que me haya permitido comprar un Playboy sin esconderme. Gracias a ello, y entre otras varias curiosidades, he podido ver a dos mozas, las cuales, según detalla la publicación, han copulado con idéntico futbolista y han obtenido similares resultados. En cuanto estas ninfas y los lectores de Playboy lean las palabras de la diputada, caerán en el horror de sí mismos y el machismo se extinguirá de golpe. ¡Qué jugada!
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